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Jeremías 14:8 - Versión Biblia Libre

8 Tú eres la esperanza de Israel, nuestro Salvador en tiempos de angustia. ¿Por qué actúas como un extranjero en nuestro país, como un viajero que sólo se queda una noche?

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

8 Oh esperanza de Israel, Guardador suyo en el tiempo de la aflicción, ¿por qué te has hecho como forastero en la tierra, y como caminante que se retira para pasar la noche?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Oh Esperanza de Israel, nuestro Salvador en tiempos de aflicción, ¿por qué eres como un desconocido? ¿Por qué eres como un viajero que pasa por la tierra y se detiene solamente para pasar la noche?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Oh Yavé, esperanza de Israel, que nos salvas en tiempo de angustia, ¿por qué te portas como extranjero en este país, o como huésped por una sola noche?

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 ¡Oh Tú, Esperanza de Israel, Salvador en tiempo de angustia! ¿Por qué eres como extranjero en el país, Como caminante que se desvía para pernoctar?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Esperanza de Israel, su salvador en tiempo de apuro, ¿por qué eres como extranjero en el país y como viajero que sólo se detiene para pernoctar?

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Jeremías 14:8
25 Referencias Cruzadas  

Señor, ¿por qué estás tan lejos? ¿Por qué te escondes de mi en momentos de tribulación?


Aunque camine entre muchos problemas, tú me proteges. Llegas a donde mí y me defiendes de la ira de los que me odian, tus manos fuertes me salvan.


Dios es nuestra protección y nuestra fuerza; siempre listo para ayudar cuando vienen los problemas.


Así que no tendremos miedo aunque la tierra tiemble, aunque las montañas caigan hacia el fondo de los océanos,


y llámenme cuando estén en problemas. Los rescataré, y me agradecerán”.


Porque tú, Señor y Dios, eres mi esperanza. Tú eres en quien he confiado desde que era joven.


El Señor es el refugio de los oprimidos, una fortaleza en tiempos de angustia.


Cuando clamen a mí pro ayuda, Responderé; cuando estén en problemas, Estaré con ellos. Los salvaré y los honraré.


Señor, por favor, sé benévolo con nosotros; ponemos nuestra confianza en ti. Sé la fuerza en la que confiamos cada mañana; sé nuestra salvación en tiempos de angustia.


Yo, sí, yo soy el Señor, y no hay salvador fuera de mí.


Porque yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador. Entregué Egipto para pagar tu libertad; cambié Etiopía y Seba por ti.


Pero tú eres un Dios que se esconde, Dios de Israel, Salvador.


Discutan esto juntos, y luego hablen, presenten su caso. ¿Quién predijo esto hace tiempo? ¿Quién dijo lo que pasaría en el futuro en el pasado? ¿No fui yo, el Señor? No hay otro Dios aparte de mí, no hay otro Dios que haga lo correcto y que salve. No hay otro Dios sino yo.


Dijo: ¿No son ellos mi pueblo, hijos que no me mentirían?. Así que se convirtió en su Salvador.


Señor, tú eres mi fuerza y mi fortaleza, mi lugar seguro en el tiempo de angustia. Vendrán a ti naciones de toda la tierra, y dirán: “¡La religión de nuestros antepasados era una total mentira! Los ídolos que adoraban eran inútiles, no servían para nada.


Señor, tú eres la esperanza de Israel, cualquiera que te abandone será deshonrado. Cualquiera que te dé la espalda se desvanecerá como nombres escritos en el polvo, porque ha abandonado al Señor, la fuente de agua viva.


¡Qué día tan terrible será, un día como nunca antes! Este es el tiempo de la angustia para los descendientes de Jacob, pero serán rescatados de ella.


Todos los que se cruzan con ellos los atacan. Sus enemigos declararon: “¡Nosotros no tenemos la culpa! Ellos son los que pecaron contra el Señor, su verdadero lugar de descanso; el Señor que fue la esperanza de sus antepasados”.


El Señor rugirá desde Sión, alzando su voz desde Jerusalén, haciendo estremecer los cielos y la tierra. Pero el Señor resguardará a su pueblo, y protegerá al pueblo de Israel.


¡Vuelvan a los baluartes, prisioneros con esperanza! Hoy les prometo que les pagaré el doble de lo que han perdido.


Es por eso que pedí verlos y hablar con ustedes, porque es por la esperanza de Israel que estoy encadenado de esta manera”.


Esta carta viene de Pablo, un apóstol de Jesucristo designado por la autoridad de Dios, nuestro Salvador, y Cristo Jesús, quien es nuestra esperanza.


Se asomó y se fijó en el viajero de la plaza y le preguntó: “¿Adónde van y de dónde vienen?”


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