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Hechos 1:3 - Versión Biblia Libre

3 Él se les apareció durante cuarenta días después de la muerte que sufrió, demostrando con evidencia convincente que estaba vivo. Se les aparecía y les hablaba acerca del reino de Dios.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

3 a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Durante los cuarenta días después de que sufrió y murió, Cristo se apareció varias veces a los apóstoles y les demostró con muchas pruebas convincentes que él realmente estaba vivo. Y les habló del reino de Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 De hecho, se presentó a ellos después de su pasión y les dio numerosas pruebas de que vivía. Durante cuarenta días se dejó ver por ellos y les habló del Reino de Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Ante los cuales, después de haber padecido, se presentó vivo, con muchas pruebas decisivas, apareciéndoseles durante cuarenta días, y hablándoles de las cosas concernientes al reino de Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 A estos mismos se mostró después de su pasión, les dio numerosas pruebas de que estaba vivo, permitió que por espacio de cuarenta días le vieran, y les habló del reino de Dios.

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Hechos 1:3
27 Referencias Cruzadas  

Así que se levantó, comió y bebió, y con la fuerza que le dio la comida pudo caminar cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte Horeb, la montaña de Dios.


Por eso les digo que a ustedes se les quitará el reino de Dios. Será entregado a un pueblo que producirá el fruto apropiado.


De repente, Jesús llegó a su encuentro, y las saludó. Ellas se lanzaron hacia él, se aferraron a sus pies y lo adoraron.


“Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca”.


Después de haber ayunado por cuarenta días y cuarenta noches, tenía hambre.


Entonces, el Señor Jesús, cuando terminó de hablarles, fue llevado hacia el cielo, donde se sentó a la diestra de Dios.


Una semana después, los discípulos estaban reunidos dentro de la casa y Tomás estaba con ellos. Las puertas estaban cerradas, y Jesús llegó y se puso en medio de ellos. “¡Tengan paz!” dijo.


Después Jesús se les apareció de nuevo a los discípulos junto al Mar de Galilea. Así es como ocurrió:


Esta fue la tercera vez que Jesús se le apareció a los discípulos después de haberse levantado de entre los muertos.


y él se apareció durante muchos días a aquellos que lo habían seguido desde Galilea hasta Jerusalén. Ellos son ahora sus testigos ante la gente.


Entonces Pablo fue a la sinagoga y durante los siguientes tres meses habló de forma clara a los que estaban allí, debatiendo con ellos y tratando de convencerlos acerca del mensaje del reino de Dios.


Entonces concertaron una cita para reunirse con él. Y ese día muchos fueron al lugar donde él estaba. Y Pablo les enseñaba desde la mañana hasta la noche, hablándoles sobre Jesús y sobre el reino de Dios. Trataba de convencerlos acerca de Jesús, usando los escritos de la ley de Moisés y los profetas.


Y les hablaba del reino de Dios, y enseñaba sobre el Señor Jesucristo audazmente. Y nadie se lo impedía.


Pero cuando creyeron en lo que Felipe les dijo acerca de la buena nueva sobre el reino de Dios y el nombre de Jesucristo, hombres y mujeres se bautizaron.


porque el reino de Dios no tiene que ver con la comida o la bebida, sino con vivir bien, tener paz y gozo en el Espíritu Santo.


Luego me acosté en el suelo ante el Señor durante cuarenta días y cuarenta noches, como lo había hecho antes. No comí ni bebí nada por todos los pecados que habías cometido al hacer lo que era malo ante los ojos del Señor, haciéndole enfadar.


Fue entonces cuando subí a la montaña para recibir las tablas de piedra, las tablas que registraban el acuerdo que el Señor hizo contigo. Permanecí en la montaña cuarenta días y cuarenta noches, y no comí ni bebí nada.


Él nos rescató de la tiranía de las tinieblas y nos trajo al reino de su Hijo amado,


para que pudieran vivir como Dios quiere, el mismo Dios que los llama a su propio reino y gloria.


Esta carta trata sobre la Palabra de vida que existía desde el principio, que hemos escuchado, que hemos visto con nuestros propios ojos y le hemos contemplado, y que hemos tocado con nuestras manos.


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