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Éxodo 16:20 - Versión Biblia Libre

20 Pero algunos no escucharon a Moisés. Dejaron un poco para el día siguiente, y estaba lleno de gusanos y olía mal. Y Moisés se enfadó con ellos.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

20 Mas ellos no obedecieron a Moisés, sino que algunos dejaron de ello para otro día, y crio gusanos, y hedió; y se enojó contra ellos Moisés.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Sin embargo, algunos no hicieron caso y guardaron un poco hasta la mañana siguiente; pero para entonces se había llenado de gusanos y apestaba, y Moisés se enojó mucho con ellos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Algunos no le hicieron caso, sino que guardaron para el día siguiente. Pero se llenó de gusanos y se pudrió. Moisés se enojó con ellos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 Pero no obedecieron a Moisés, sino que algunos dejaron de él hasta la mañana, y crió gusanos y hedió, y Moisés se enfureció contra ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Sin embargo, no escucharon a Moisés y algunos dejaron algo para la mañana siguiente; pero se llenó de gusanos y se pudrió. E irritóse contra ellos Moisés.

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Éxodo 16:20
13 Referencias Cruzadas  

Entonces Moisés les dijo: “Nadie debe dejar nada para mañana”.


Así que cada mañana todos recogían todo lo que necesitaban, y cuando el sol se calentaba, se desvanecía.


Así que lo guardaron hasta la mañana como Moisés había ordenado, y no olía mal ni tenía gusanos.


Moisés era un hombre muy humilde, más que nadie en la tierra.


Moisés se enfadó mucho y le dijo al Señor: “No aceptes sus ofrendas. Nunca les he quitado ni un burro ni he tratado mal a ninguno de ellos”.


“No acumulen riquezas aquí en la tierra donde la polilla y el óxido las dañan, y donde los ladrones entran y las roban.


Pero cuando Jesús vio lo que estaban haciendo, se molestó mucho y les dijo: “¡Dejen a los niños venir hacia mí! No se los impidan, porque el reino de los cielos pertenece a todos los que son como estos niños.


Jesús los miró con exasperación, muy molesto por la dureza de sus corazones. Entonces le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. Y el hombre extendió su mano, y le fue sanada.


“Estén alerta, y cuídense de todo pensamiento y acción de avaricia, pues la vida de una persona no se mide por la cantidad de posesiones que tiene”.


Vendan lo que tienen, y denle el dinero a los pobres. Tomen tesoros que no se agotan: tesoros en el cielo que nunca se acabarán, donde ningún ladrón puede robarlo, ni el moho puede destruirlo.


No pequen por el enojo; no dejen que anochezca estando aun enojados,


No amen el dinero. Estén contentos con lo que tienen. Dios mismo dijo: “Nunca te defraudaré; nunca te abandonaré”.


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