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Esdras 10:6 - Versión Biblia Libre

6 Entonces Esdras los dejó frente al Templo de Dios y se dirigió a la habitación de Johanán, hijo de Eliasib. Durante el tiempo que permaneció allí, no comió ni bebió nada, porque seguía lamentando la infidelidad de los exiliados.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

6 Se levantó luego Esdras de delante de la casa de Dios, y se fue a la cámara de Johanán hijo de Eliasib; e ido allá, no comió pan ni bebió agua, porque se entristeció a causa del pecado de los del cautiverio.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Luego Esdras se retiró de la parte delantera del templo de Dios y fue a la habitación de Johanán, hijo de Eliasib. Pasó la noche allí sin comer ni beber nada. Seguía en duelo a causa de la infidelidad de los que habían regresado del destierro.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Esdras salió del Templo de Dios y se fue a la pieza de Yojanán, hijo de Eliasib, donde pasó toda la noche sin comer pan ni beber agua porque estaba sumido en la tristeza debido a la infidelidad de los exiliados.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Levantóse pues Esdras de delante de la Casa de Dios, y entró en la cámara de Johanán ben Eliasib. Y cuando estuvo allí, no comió pan ni bebió agua, pues estaba afligido por causa de la infidelidad de los deportados.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Esdras abandonó el templo de Yahveh y se retiró al aposento de Juan, hijo de Eliasib. Mientras estuvo allí ni comió pan ni bebió agua sino que estuvo haciendo duelo por las prevaricaciones de los que habían vuelto de la cautividad.

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Esdras 10:6
16 Referencias Cruzadas  

Mientras Esdras oraba y confesaba sus pecados, llorando y cayendo de bruces ante el Templo de Dios, una gran multitud de israelitas, hombres, mujeres y niños, se reunió a su alrededor. El pueblo también lloraba amargamente.


Entonces se emitió una proclama en todo Judá y Jerusalén para que todos los exiliados se reunieran en Jerusalén.


Todos los que respetaban las instrucciones del Dios de Israel se reunieron a mi alrededor por este pecado de los exiliados. Me senté allí, conmocionado y horrorizado, hasta el sacrificio de la tarde.


El sumo sacerdote Jesúa era el padre de Joiacim, que era el padre de Eliasib, que era el padre de Joiada,


Los jefes de familia de los levitas en la época de Eliasib, Joiada, Johanán y Jaddua, además de los de los sacerdotes, fueron registrados durante el reinado de Darío el Persa.


Incluso uno de los hijos de Joiada, hijo del sumo sacerdote Eliasib, se había convertido en yerno de Sanbalat el horonita. Así que lo expulsé.


Había puesto a disposición de Tobías una gran sala que antes se utilizaba para almacenar las ofrendas de grano, el incienso y los objetos del Templo, así como los diezmos de grano, vino nuevo y aceite de oliva asignados a los levitas, cantores y porteros, además de las ofrendas para los sacerdotes.


Eliasib, el sumo sacerdote, y otros sacerdotes con él, comenzaron a reconstruir la Puerta de las Ovejas. La dedicaron y colocaron sus puertas. Luego siguieron construyendo hasta la Torre de los Cien y la Torre de Hananel y la dedicaron.


El siguiente fue Baruc, hijo de Zabai, que trabajó duro reparando otra sección, desde donde la muralla gira hasta la entrada de la casa del sumo sacerdote Eliasib.


No he descuidado sus mandatos, porque valoro más lo que me ha ordenado que el alimento que como cada día.


¡Soy como la grama que se secó, y se marchitó, ya ni recuerdo cuándo debo comer!


Moisés pasó allí cuarenta días y cuarenta noches con el Señor sin comer pan ni beber agua. Escribió en las tablas las palabras del acuerdo, los Diez Mandamientos.


En ese momento el Señor, el Señor Todopoderoso, los invitaba a llorar y lamentarse; a que se afeitaran la cabeza y se vistieran de cilicio.


Así que me dirigí al Señor Dios en oración. Ayuné y me vestí de cilicio y ceniza, y le supliqué en oración que actuara.


Luego me acosté en el suelo ante el Señor durante cuarenta días y cuarenta noches, como lo había hecho antes. No comí ni bebí nada por todos los pecados que habías cometido al hacer lo que era malo ante los ojos del Señor, haciéndole enfadar.


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