13 Entonces le dijeron al rey: “Daniel, uno de esos cautivos de Judá, no hace caso a Su Majestad ni al decreto que usted firmó y reza tres veces al día”.
13 Entonces respondieron y dijeron delante del rey: Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá, no te respeta a ti, oh rey, ni acata el edicto que confirmaste, sino que tres veces al día hace su petición.
13 Entonces le dijeron al rey: —Ese hombre Daniel, uno de los cautivos de Judá, no hace caso a usted ni a su ley. Sigue orando a su Dios tres veces al día.
13 Entonces dijeron al rey: 'Daniel, ese hombre que forma parte de los desterrados de Judá, no tiene respeto alguno por ti ni por la prohibición que tú firmaste. Hace su oración tres veces al día'.
13 Entonces ellos contestaron al rey, diciendo: aquel Daniel, que es de los hijos de los judíos cautivos, no te respeta a ti, oh rey, ni acata el edicto que confirmaste, sino que hace su petición tres veces al día.
13 Fueron de inmediato al palacio del rey y le recordaron el edicto real: '¿No has firmado un edicto, según el cual, quien, por el espacio de treinta días, hiciera alguna oración a quienquiera que sea, Dios u hombre, fuera de a ti, ¡oh rey!, sería arrojado al foso de los leones?'.
Amán fue a ver al rey Jerjes y le dijo: “Hay un pueblo particular que vive entre otros en muchos lugares diferentes de las provincias de tu imperio y que se separa de todos los demás. Tienen sus propias leyes, que son diferentes a las de cualquier otro pueblo, y además no obedecen las leyes del rey. Así que no es buena idea que Su Majestad los ignore.
Arioc llevó inmediatamente a Daniel ante el rey y le dijo: “He encontrado a uno de los cautivos de Judá que puede decirle a Su Majestad lo que significa su sueño”.
Pero hay algunos judíos que pusiste a cargo de la provincia de Babilonia -Sadrac, Mesac y Abednego- que no hacen caso del decreto de tu majestad. No sirven a tus dioses y no adoran la estatua de oro que pusiste”.