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Daniel 2:46 - Versión Biblia Libre

46 Entonces el rey Nabucodonosor se postró ante Daniel y lo adoró, y ordenó que le hicieran ofrendas de grano e incienso.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

46 Entonces el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro y se humilló ante Daniel, y mandó que le ofreciesen presentes e incienso.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

46 Entonces el rey Nabucodonosor se postró ante Daniel y le rindió culto, y mandó al pueblo que ofreciera sacrificios y quemara incienso dulce frente a Daniel.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

46 Al oír esto, el rey Nabucodonosor se echó de bruces al suelo y se postró ante Daniel, luego dio orden que le presentaran ofrendas y perfumes de olor agradable.

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La Biblia Textual 3a Edicion

46 Entonces el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro y se humilló ante Daniel, y mandó que le ofrecieran presentes e incienso.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

46 Entonces el rey Nabucodonosor, cayó rostro en tierra, se postró ante Daniel y mandó que le ofrecieran oblaciones y perfumes.

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Daniel 2:46
12 Referencias Cruzadas  

De esta manera podrán ofrecer sacrificios aceptables al Dios del cielo, y pedir por la vida del rey y de sus hijos.


En cuanto oigan el sonido del cuerno, de la flauta, de la cítara, del trigono, del arpa, de la flauta y de toda clase de instrumentos musicales, deben caer al suelo y adorar la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado.


Así que cuando todo el pueblo escuchó el sonido de los instrumentos musicales todos se postraron: la gente de todas las naciones y lenguas adoró la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado.


Cuando se acercó a mí, me aterroricé y caí de bruces ante él. “Hijo de hombre”, me dijo, “tienes que entender que esta visión se refiere al tiempo del fin”.


Demolerésus ciudades y destruiré sus santuarios paganos, y me negaré a aceptar sus sacrificios.


Entonces se arrodilló ante los pies de Jesús, agradeciéndole. Y era un samaritano.


Cuando Pedro entró a la casa, Cornelio salió a su encuentro y cayendo a sus pies, lo adoró.


Entonces los sacerdotes del templo de Zeus que está justo a las fueras de la ciudad, trajeron bueyes y guirnaldas a las puertas de la ciudad. Planeaban hacer un sacrificio frente a la multitud.


Y todos estaban esperando que sufriera hinchazón, o que cayera muerto repentinamente. Pero tras esperar largo rato, vieron que nada malo le ocurría, así que cambiaron de opinión y decidieron creer que quizás él era un Dios.


Entonces los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus tronos ante la presencia de Dios, cayeron postrados con sus rostros a tierra y adoraron a Dios.


Entonces caí postrado a sus pies para adorarlo. Y me dijo: “¡No lo hagas! Yo soy un siervo de Dios, como lo eres tú, y como los que aceptan el testimonio de Jesús. Adora a Dios, porque el testimonio de Jesús es el espíritu profético”.


Yo soy Juan, quien escuchó y vio todas estas cosas. Cuando las vi y las escuché, caí a los pies del ángel que me había mostrado estas cosas, para adorarlo.


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