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2 Corintios 1:20 - Versión Biblia Libre

20 No importa cuántas promesas Dios haya hecho, en Cristo la respuesta siempre es Sí. Por él, respondemos diciendo Sí a la gloria de Dios.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

20 porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Pues todas las promesas de Dios se cumplieron en Cristo con un resonante «¡sí!», y por medio de Cristo, nuestro «amén» (que significa «sí») se eleva a Dios para su gloria.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 En él todas las promesas de Dios han llegado a ser un sí, y por eso precisamente decimos 'Amén' en su nombre cuando damos gracias a Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 Porque todas las promesas de Dios en Él son sí; por eso también por medio de Él, decimos amén a Dios, para su gloria por medio de nosotros.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Pues todas las promesas de Dios en Él se hicieron sí. Por eso, cuando damos gloria a Dios, decimos por medio de Él nuestro 'Amén'.

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2 Corintios 1:20
41 Referencias Cruzadas  

Y todas las naciones de la tierra serán benditas por tus descendientes porque tú me obedeciste”.


Me aseguraré de que tú y tus hijos, así como la mujer y sus hijos sean enemigos. Uno de sus hijos aplastará tu cabeza, y tú herirás su talón”.


Judá siempre sostendrá el cetro, y el bastón de la autoridad estará siempre a sus pies hasta que venga Siloé; las naciones le obedecerán.


Porque el Señor reconstruirá Jerusalén; y aparecerá con gloria.


Que su renombre dure para siempre, tanto como el sol. Que todas las naciones Sean bendecidas a través de él, y que todas lo alaben.


Quien pida una bendición o haga un juramento en la tierra, lo hará por el único Dios verdadero, porque he olvidado los problemas del pasado: ya no los miro.


Por eso el Señor mismo les dará una señal. ¡Miren! Una virgen quedará embarazada y dará a luz un hijo, al que llamará Emanuel.


No dejes que seamos tentados a hacer el mal, y sálvanos del Maligno.


“¡Gloria al Dios del cielo, y en la tierra paz a aquellos con quienes él se complace!”


La ley fue dada por medio de Moisés; pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.


Jesús respondió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre si no es a través de mí.


“Te digo la verdad, no puedes entrar al reino de Dios a menos que hayas nacido de agua y del Espíritu”, le dijo Jesús.


Todo proviene de él, todo existe por medio de él, y todo es para él. ¡Gloria a Dios para siempre, amén!


La paga del pecado es muerte, pero el regalo de Dios es vida eterna por medio de Jesucristo, nuestro Señor.


Pues si ustedes solo oran “en el Espíritu”, ¿Cómo podrán decir “amén” las personas comunes, después de tu oración de agradecimiento, si no entendieron lo que dijiste?


¡Todo es por ustedes! Cuantos más alcance la gracia de Dios, mayor será nuestro agradecimiento a él, a su gloria.


Porque el Dios que dijo: “Que brille la luz en medio de la oscuridad”, brilló en nuestros corazones para iluminar el conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo.


Pero la Escritura nos dice que todos somos prisioneros del pecado. El único modo en que podemos recibir las promesas de Dios es por la fe en Jesucristo.


Por eso lo alabamos, por su gloriosa gracia que con tanta bondad nos dio en su Hijo amado.


para demostrar por toda la eternidad el enorme alcance de su gracia, al mostrarnos su bondad a través de Cristo Jesús.


Dios quiso darles a conocer la gloriosa riqueza de este misterio a las naciones: ¡Cristo viviendo en ustedes es la gloriosa esperanza!


el día que él venga a recibir gloria de su pueblo, admirado por todos los que confían en él. Esto los incluye a ustedes, porque ustedes se convencieron de lo que les predicamos.


Y todos ellos murieron creyendo aún en Dios. Aunque no recibieron las cosas que Dios prometió, todavía las esperaban, como desde la distancia y lo aceptaron gustosos, sabiendo que eran extranjeros en esta tierra, pasajeros solamente.


Jesucristo es el mismo ayer, hoy y para siempre.


Pero Melquisedec, sin pertenecer a esta descendencia, recibió diezmos de Abrahán, y bendijo al que tenía las promesas de Dios.


A ellos se les explicó que lo que hacían no era para ellos mismos, sino para ustedes, pues aquello de lo que ellos hablaron, ustedes lo han aprendido de aquellos que compartieron la buena noticia con ustedes por el Espíritu Santo que el cielo envió. ¡Hasta los ángeles quieren saber sobre esto!


Y la evidencia es esta: Dios nos ha dado vida eterna por medio de su Hijo.


“Escribe esto al ángel de la iglesia de Laodicea: Esto es lo que dice el Amén, el testigo fiel, el máximo gobernante de la creación de Dios:


“¡Amén!” decían. “La bendición, la gloria, la sabiduría, la gratitud, la honra, el poder y la fuerza sean para Dios por siempre y para siempre. Amén”.


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