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1 Samuel 25:41 - Versión Biblia Libre

41 Ella se levantó, se inclinó y dijo: “Soy la sierva de David. Estoy dispuesta a servir y a lavar los pies de los siervos de mi señor”.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

41 Y ella se levantó e inclinó su rostro a tierra, diciendo: He aquí tu sierva, que será una sierva para lavar los pies de los siervos de mi señor.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

41 Entonces ella se inclinó al suelo y respondió: —Yo, su sierva, estaría encantada de casarme con David. ¡Aun estaría dispuesta a ser una esclava y lavar los pies de sus siervos!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

41 Ella se levantó, se postró en tierra y dijo: 'Tu sirvienta será para ti como una esclava, para lavar los pies de los sirvientes de mi señor'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

41 Y ella se levantó y se postró rostro en tierra, y dijo: He aquí tu sierva, para ser sierva que lave los pies de los siervos de mi señor.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

41 Ella se levantó, se postró rostro en tierra y dijo: 'Tu sierva es como una esclava para lavar los pies de los servidores de mi señor'.

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1 Samuel 25:41
10 Referencias Cruzadas  

Permítanme traerles agua para lavarse sus pies, y para que descansen junto al árbol.


El respeto por el Señor enseña sabiduría; la humildad viene antes de la honra.


El orgullo conduce a la destrucción. La humildad precede a la honra.


Esto es lo que él decía: “Después de mi viene uno que es más grande que yo. Yo no soy digno de desatar sus sandalias.


La viuda debe tener reputación de hacer el bien. ¿Crió a sus hijos apropiadamente? ¿Ha sido hospitalaria? ¿Ha lavado los pies de otros miembros de la iglesia? ¿Ha ayudado a aquellos que estaban en dificultad? ¿Ha procurado hacer el bien en todas las formas?


Ella se inclinó con el rostro hacia el suelo. “¿Por qué eres tan amable conmigo o te fijas en mí, viendo que soy extranjera?” , le preguntó.


“Gracias por ser tan bueno conmigo, señor” – respondió ella – “Me has tranquilizado al hablarme con amabilidad. Ni siquiera soy uno de tus siervos”.


Cuando Abigail vio a David, se bajó rápidamente del asno y se inclinó ante él, con el rostro en el suelo.


Cuando los hombres de David llegaron al Carmelo, le dijeron a Abigail: “David nos ha enviado a traerte para que seas su esposa”.


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