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Juan 6:68 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

68 Simón Pedro le contestó: ―Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

68 Simón Pedro le contestó: —Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes las palabras que dan vida eterna.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

68 Pedro le contestó: 'Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna.

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La Biblia Textual 3a Edicion

68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tienes palabras de vida eterna,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

68 Simón Pedro le respondió: 'Señor, ¿a quién vamos a ir? ¡Tú tienes palabras de vida eterna!

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Juan 6:68
17 Referencias Cruzadas  

¿A quién tengo yo en el cielo sino a ti? Y en la tierra nada deseo fuera de ti.


―¡Tú eres el Cristo, el Mesías, el Hijo del Dios viviente! —respondió Simón Pedro.


―¿Y quién creen ustedes que soy? Pedro le respondió: ―¡Tú eres el Mesías!


―Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? Pedro contestó: ―Eres el Cristo de Dios.


Yo no he hablado por mi propia cuenta, ha sido el Padre que me envió el que me ordenó qué decir y cómo decirlo,


y sé bien que su mandamiento es vida eterna. Así que todo lo que les he dicho es lo que el Padre me ha ordenado decir».


porque les he dado el mensaje que me diste, y ellos lo aceptaron. Ellos están seguros que vine de ti, y han creído que tú me enviaste.


»Les aseguro que el que presta atención a lo que digo y cree en el que me envió, tiene vida eterna y no será condenado, porque ha pasado de la muerte a la vida.


porque mi Padre quiere que todo el que reconozca al Hijo y crea en él, tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.


El Espíritu es el que da vida; la carne no vale para nada. Las palabras que yo les he dicho son espíritu y vida.


»Hermanos, descendientes de Abraham, y cualquier gentil que reverencie a Dios: esta salvación es para todos nosotros.


¡En ningún otro hay salvación! No hay otro nombre bajo el cielo que los hombres puedan invocar para salvarse.


―Vayan al templo y prediquen acerca de la Vida —les ordenó el ángel.


En el desierto, Moisés estuvo como mediador entre el pueblo de Israel y el ángel que en la cumbre del Sinaí le entregó las palabras de vida para comunicárselas a nuestros antepasados.


―Siempre y cuando creas de corazón, no hay nada que lo impida —le dijo Felipe. ―Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios —respondió el eunuco.


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