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Ester 8:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

3 Entonces, una vez más, la reina Ester se presentó delante del rey, se postró a sus pies y le rogó con lágrimas que detuviera el plan de Amán contra los judíos.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

3 Volvió luego Ester a hablar delante del rey, y se echó a sus pies, llorando y rogándole que hiciese nula la maldad de Amán agagueo y su designio que había tramado contra los judíos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Luego Ester volvió a presentarse ante el rey, cayó a sus pies y le suplicó con lágrimas que detuviera el plan siniestro que Amán, el agagueo, había conspirado contra los judíos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Una vez más, Ester habló con el rey, cayó de rodillas a sus pies y le suplicó que dejara sin efecto la malvada idea de Amán, descendiente de Agag, y los proyectos que había tramado contra los judíos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Ester habló nuevamente ante el rey, y cayó ante sus pies, y con lágrimas en los ojos le rogó que impidiera la perversidad de Amán agagueo y el plan que había tramado contra los judíos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Ester volvió para hablar en presencia del rey: cayó a sus pies, se echó a llorar y le suplicó que apartara la maldad y el proyecto que Amán, el de Agag, había concebido contra los judíos.

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Ester 8:3
10 Referencias Cruzadas  

Pero cuando llegó ante Eliseo, se arrojó al suelo delante de él y se abrazó a sus pies. Guiezi se acercó para apartarla, pero el profeta le dijo: ―Déjala. Es que tiene un gran pesar, y el Señor no me ha revelado de qué se trata.


Poco después, el rey Asuero honró a Amán hijo de Hamedata, descendiente de Agag, con el cargo de ministro. Amán pasó a ser el funcionario más poderoso del imperio, después del rey.


Porque mi pueblo y yo hemos sido vendidos a quienes quieren destruirnos. ¡Estamos condenados a la destrucción total! Si sólo hubiéramos sido vendidos como esclavos y esclavas, yo no me quejaría delante de Su Majestad, pues eso no sería motivo para inquietarlo.


El rey entonces se sacó el anillo, el que antes le había dado a Amán, y se lo entregó a Mardoqueo. Ester, por su parte, encargó a Mardoqueo de la administración de las propiedades de Amán.


El rey, al verla, le extendió el cetro de oro. Ester se puso de pie delante de él,


Al oír esto Ezequías volvió su rostro a la pared y oró:


Sí, luchó con el ángel y lo venció. Lloró y le imploró que lo bendijera. Se encontró con Dios en Betel, y allí habló con él.


Cuando Cristo estaba en la tierra, con voz fuerte y muchas lágrimas ofreció ruegos y súplicas a Dios, quien podía librarlo de la muerte. Y Dios escuchó sus oraciones en virtud de su ferviente deseo de obedecer a Dios.


―Señor, yo cargo con toda la culpa en esto —dijo postrada a sus pies—. Te ruego que escuches lo que quiero decirte.


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