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Apocalipsis 6:1 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

1 Y vi cuando el Cordero rompió el primer sello. Entonces uno de los cuatro seres vivientes, con voz de trueno, dijo: «¡Ven y ve!».

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

1 Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Mientras miraba, el Cordero rompió el primero de los siete sellos que había en el rollo. Entonces oí que uno de los cuatro seres vivientes decía con voz de trueno: «¡Ven!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Mientras estaba mirando el Cordero abrió el primero de los siete sellos, y oí al primero de los cuatro Seres Vivientes que gritaba como con voz de trueno: 'Ven.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Y vi cuando el Cordero abrió uno de los siete° sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes que decía con voz de trueno: ¡Sal!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Vi cuando el Cordero abrió el primero de los siete sellos y oí al primero de los cuatro seres vivientes que decía como con voz de trueno: 'Ven'.

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Apocalipsis 6:1
17 Referencias Cruzadas  

Al día siguiente Juan vio que Jesús se acercaba a él, y exclamó: «¡Aquí viene el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!


No podemos dejar de hablar de las maravillas que vimos y que escuchamos.


Entonces el templo de Dios se abrió en el cielo y el cofre de su pacto quedó al descubierto. Y hubo relámpagos, estruendos, truenos, un terremoto y una fuerte granizada.


Y la adoraron todos los seres humanos cuyos nombres no estaban inscritos, desde la creación del mundo, en el libro del Cordero que fue sacrificado.


Y oí en el cielo algo semejante al estrépito de una catarata inmensa o el retumbar de un gran trueno; era como el canto de un coro acompañado con arpas.


Entonces escuché algo así como las voces de una gran multitud o el estruendo de una catarata, o como el retumbar de grandes truenos. Y aquella voz gritaba: «¡Alabado sea Dios! ¡El Señor, nuestro Dios Todopoderoso, reina!


Cada uno de ellos tenía seis alas y estaba cubierto de ojos por dentro y por fuera. Y día y noche decían: «Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, que es y que ha de venir».


En eso noté que el que estaba sentado en el trono tenía en la mano derecha un pergamino enrollado, escrito por detrás y por delante y sellado con siete sellos.


Cantaban esto a gran voz: «El Cordero que fue sacrificado es digno de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza».


Al hacerlo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante él con arpas y copas de oro llenas de incienso —que son las oraciones del pueblo santo—,


Cuando el Cordero rompió el segundo sello, el segundo ser viviente gritó: «¡Ven!».


Cuando el Cordero rompió el tercer sello, escuché al tercer ser viviente que dijo: «¡Ven!». En la escena apareció un caballo negro cuyo jinete tenía una balanza en la mano.


Y cuando rompió el cuarto sello, escuché al cuarto ser viviente que dijo: «¡Ven!».


Cuando el Cordero rompió el séptimo sello, se produjo en el cielo como una media hora de silencio.


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