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1 Juan 1:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

3 La predicamos a ustedes para que junto con nosotros participen también de la comunión que disfrutamos con el Padre y con Jesucristo, su Hijo.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Les anunciamos lo que nosotros mismos hemos visto y oído, para que ustedes tengan comunión con nosotros; y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo, Jesucristo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Lo que hemos visto y oído se lo anunciamos también a ustedes para que estén en comunión con nosotros, pues nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre y con su Hijo, Jesús el Mesías.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 lo que hemos visto y oído os lo anunciamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros. Pues nosotros, en efecto, tenemos comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo.

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1 Juan 1:3
38 Referencias Cruzadas  

»He visto muchos casos como los que ustedes describen. Comprendo lo que dicen.


Su elegido responde: «Yo revelaré los eternos propósitos de Dios, pues el Señor me ha dicho: “Tú eres mi hijo. Hoy mismo te he concebido.


Ante todos mis hermanos te alabaré; me levantaré ante la congregación y daré testimonio de las maravillas que has hecho.


Realizaré un portentoso milagro contra ellos, y enviaré a los que escapen como misioneros a las naciones: a Tarsis, Put, Lidia (famosa por sus arqueros), Tubal y Grecia, y a las tierras de ultramar que no han oído mi fama ni visto mi gloria. Ahí anunciarán mi gloria a los gentiles.


Si vienes, tendrás una parte de los bienes que Dios nos dará.


Voy a estar por muy poco tiempo en el mundo, pero ellos están todavía en el mundo, y yo vuelvo a ti. »Padre santo, cuídalos con el poder de tu nombre, el nombre que me diste, para que estén unidos así como tú y yo.


Te ruego que todos estén unidos. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.


»Padre justo, el mundo no te conoce, pero yo sí te conozco, y estos reconocen que tú me enviaste.


Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste.


El que dice esto es el que lo vio, y lo que dice es verdad. Él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean.


»Nosotros hemos venido aquí para darles a conocer la buena noticia de que Dios, al resucitar a Jesús, ha cumplido la promesa que les había hecho a nuestros antepasados, y la ha hecho realidad para nosotros. El salmo segundo expresa lo siguiente: »“Tú eres mi hijo; hoy mismo te he engendrado”.


»“Miren, asómbrense y perezcan, burlones. Porque en los días de ustedes estoy realizando una obra que no creerán cuando alguien se la anuncie”».


que se congregaban regularmente para escuchar las enseñanzas de los apóstoles, tener comunión unos con otros, compartir el pan y orar.


porque jamás he eludido la responsabilidad de declararles todo el mensaje de Dios.


No podemos dejar de hablar de las maravillas que vimos y que escuchamos.


Ellos lo han hecho de buena voluntad, aunque en realidad estaban obligados a hacerlo, porque si los gentiles han disfrutado de las bendiciones espirituales que recibieron de los judíos, lo menos que pueden hacer en reciprocidad es ofrecerles ayuda material.


Por Dios es por quien ustedes están unidos a Cristo Jesús, a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría, nuestra justificación, nuestra santificación y nuestra redención.


Dios siempre cumple su palabra, y él los llamó a vivir unidos a su Hijo, Jesucristo, nuestro Señor.


Permítanme recordarles, hermanos, el evangelio que les prediqué antes. Ustedes lo aceptaron entonces, y perseveran en él.


Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes.


Este es el misterio: que los no judíos compartirán plenamente la herencia con Israel. Ambos son miembros del mismo cuerpo y participan de la misma promesa que Dios nos hizo en Cristo Jesús por medio de las buenas nuevas.


Está bien que yo piense así de todos ustedes, porque los llevo en el corazón. Ya sea que yo esté preso o defendiendo y confirmando el evangelio, todos ustedes participan conmigo del amor que Dios me ha dado.


Así que, si se sienten animados al estar unidos a Cristo, si sienten algún consuelo en su amor, si todos tienen el mismo Espíritu, si tienen algún afecto verdadero,


Lo he perdido todo con tal de conocer a Cristo, de experimentar el poder de su resurrección, de tener parte en sus sufrimientos y de llegar a ser semejante a él en su muerte.


Él nos rescató del reino de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado,


También cuentan cómo ustedes esperan que Jesús regrese del cielo: él, que es el Hijo amado de Dios, a quien Dios resucitó y quien nos libra del castigo que viene.


Los que tienen un amo que es creyente, no por eso deben faltarle al respeto. Al contrario, deben servirle mejor, pues con su trabajo están ayudando a un hermano en la fe. Enseña estas verdades y exhorta a que las pongan en práctica.


cuando dice: «Hablaré de ti a mis hermanos y juntos te cantaremos alabanzas».


Por lo tanto, hermanos míos, a quienes Dios ha apartado para sí y que participan en el mismo llamado de la salvación, piensen ahora en Jesús, apóstol y sumo sacerdote de nuestra fe.


pues hemos llegado a tener parte con Cristo, si somos fieles hasta el fin, tal como confiamos en Cristo al principio.


Les ruego a los ancianos, yo, que también soy anciano como ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo, y que tendré junto con ellos parte en la gloria de Cristo,


No crean ustedes que les hemos estado relatando cuentos de hadas, cuando les hemos hablado del poder de nuestro Señor Jesucristo y de su segundo advenimiento. No. Con nuestros propios ojos vimos su majestad.


Les anunciamos a ustedes la Palabra de vida que desde el principio ya existía. ¡Nosotros mismos la oímos, la vimos con nuestros propios ojos y la palpamos con nuestras manos!


Este es el mensaje que Dios nos ha dado para ustedes: Dios es luz y en él no hay tinieblas.


Pero si, al igual que Cristo, vivimos en la luz, entre nosotros habrá compañerismo, y la sangre de Jesucristo el Hijo de Dios nos limpiará de todo pecado.


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