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Santiago 2:5 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

5 Escuchen, mis queridos hermanos en la fe: Recuerden que Dios ha elegido a los pobres de este mundo, para hacerlos ricos en fe y herederos del reino que prometió a los que lo aman.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

5 Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Escúchenme, amados hermanos. ¿No eligió Dios a los pobres de este mundo para que sean ricos en fe? ¿No son ellos los que heredarán el reino que Dios prometió a quienes lo aman?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Miren, hermanos, ¿acaso no ha escogido Dios a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la fe? ¿No les dará el reino que prometió a quienes lo aman?

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Oíd, hermanos míos amados: ¿No escogió Dios a los pobres según° el mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que prometió a los que lo aman?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Escuchad, hermanos míos queridos: ¿no eligió Dios a los pobres según el mundo para ser ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los que lo aman?

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Santiago 2:5
54 Referencias Cruzadas  

Los ciegos ven, los cojos andan y los que tienen lepra son sanados. Los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia.


»Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: “Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo.


«Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece.


De nuevo Jesús llamó a la gente. ―Escúchenme todos —dijo— y entiendan:


»Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios».


»No tengan miedo, mi rebaño pequeño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino.


»Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo enterraron.


Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal. Pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí y a ti, sufrir terriblemente.


Por eso, yo mismo les doy un reino, así como mi Padre me lo dio a mí.


Él entonces dirigió la mirada a sus discípulos y dijo: «Dichosos ustedes los pobres, porque el reino de Dios les pertenece.


¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes o de los fariseos?


Él contestó: ―Amigos israelitas y líderes del pueblo, ¡escúchenme! El Dios de la gloria se apareció a nuestro padre Abraham. Lo hizo cuando este aún vivía en Mesopotamia, antes de irse a vivir en Jarán.


Y, si somos hijos, somos herederos de Dios. Herederos junto con Cristo, pues, si ahora sufrimos como él sufrió, también compartiremos su gloria.


Sin embargo, como dicen las Escrituras: «Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha imaginado lo que Dios ha preparado para quienes lo aman».


Todo esto es por el bien de ustedes. Es para que el amor inmerecido de Dios llegue a más y más personas. Así muchos darán gracias a Dios y le darán la gloria a él.


En ocasiones estamos como tristes, pero siempre estamos contentos. Somos pobres, pero a muchos les compartimos nuestra riqueza. No tenemos nada, pero a la vez lo tenemos todo.


Ya conocen el gran amor que les tiene nuestro Señor Jesucristo. No lo merecían, pero él, aunque era rico, se hizo pobre para ayudarlos. Lo hizo para que, por medio de su pobreza, ustedes llegaran a ser ricos.


Ustedes han sido llamados por Dios a confiar en sus promesas. Por eso también le pido a Dios que los ayude a comprender con claridad en quién han confiado. Que puedan ver la maravillosa herencia que recibirán con el pueblo de Dios.


Yo soy el más insignificante de todos los creyentes. Sin embargo, recibí este privilegio inmerecido de predicar a las naciones acerca de las incontables bendiciones que Cristo nos puede dar.


Los hemos animado y consolado. Además, les hemos llamado la atención para que vivan como a Dios le agrada, porque él los ha llamado a ser parte de su reino y de su gloria.


Todo esto prueba que la decisión de Dios es justa. Él decidió considerarlos a ustedes como merecedores de su reino. Y, por ser fieles a ese reino, ustedes están sufriendo.


Mándales que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, y generosos, dispuestos a compartir lo que tienen.


El Señor me cuidará y salvará de todo mal hasta el día en que yo esté en su reino celestial. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.


Por lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez justo, me dará en aquel día. Me la dará a mí y a todo el que con amor haya esperado su venida.


Consideró que sufrir por ser fiel al Cristo que vendría era mucho mejor que los tesoros de Egipto. Es que tenía la mirada puesta en la recompensa.


Dichoso el que no deja de creer en medio de las dificultades. Porque, al salir victorioso, recibirá la corona de la vida. Este es el premio que Dios ha prometido a quienes lo aman.


Mis queridos hermanos en la fe, no se engañen.


Mis queridos hermanos en la fe, tengan presente esto: todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para contestar y para enojarse.


El hermano que es pobre debe sentirse orgulloso, porque para Dios es muy importante.


Así que Dios nos dará algo que no se destruye ni se mancha ni se envejece. Ese regalo está reservado para ustedes en el cielo.


Además, se les dará una gran bienvenida en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.


Conozco tus sufrimientos y tu pobreza. ¡Sin embargo, eres rico espiritualmente! Sé qué algunos de los que dicen ser judíos hablan mal de ti, pero ellos no son judíos. En realidad, esos no son más que un grupo controlado por Satanás.


Al que salga vencedor le daré todo esto, y yo seré su Dios y él será mi hijo.


Por eso te aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego. Así serás rico de verdad. De mí compra ropas blancas para que te vistas como los santos y cubras la vergüenza de tu pecado. También compra colirio para que te lo pongas en los ojos y comiences a ver como yo veo.


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