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Romanos 7:5 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

5 Antes nos dominaba el deseo de hacer lo malo, y la Ley despertaba aún más esos malos deseos en nuestro cuerpo. Vivíamos para hacer el mal y eso solo producía muerte.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

5 Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Cuando vivíamos controlados por nuestra vieja naturaleza, los deseos pecaminosos actuaban dentro de nosotros y la ley despertaba esos malos deseos que producían una cosecha de acciones pecaminosas, las cuales nos llevaban a la muerte.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Cuando no éramos más que 'carne', la Ley estimulaba las pasiones propias del pecado, que actuaban en nuestro cuerpo produciendo frutos de muerte.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones de los pecados eran activadas en nuestros miembros por la ley, a fin de dar fruto para muerte.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 De hecho, cuando vivíamos sometidos a lo puramente humano, las pasiones pecaminosas, sirviéndose de la ley, actuaban en nuestros miembros, haciéndonos producir frutos para la muerte,

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Romanos 7:5
28 Referencias Cruzadas  

Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las relaciones sexuales prohibidas, los robos, los falsos testimonios y las calumnias.


Lo que nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu es espíritu.


Por tanto, Dios los ha dejado seguir sus vergonzosos deseos. En efecto, las mujeres dejaron de tener relaciones sexuales con hombres, y tienen relaciones con otras mujeres. Esto va contra la naturaleza.


Por tanto, nadie será declarado justo delante de Dios por hacer lo que la Ley exige. Al contrario, mediante la Ley nos damos cuenta de que somos pecadores.


Desobedecer la Ley, en efecto, trae castigo. Pero, donde no hay Ley, tampoco hay culpable.


En lo que respecta a la Ley, esta solo hizo que aumentara el pecado. Pero, allí donde abundó el pecado, el amor de Dios fue más abundante.


No permitan que su cuerpo sea usado por el pecado para hacer lo malo. Al contrario, permitan que Dios use su cuerpo para hacer el bien, pues ustedes ahora son diferentes, es como si hubieran vuelto de la muerte a la vida.


Les digo todo esto con palabras sencillas que todos entienden, porque son cosas difíciles para ustedes. Antes usaban ustedes su cuerpo para servir a la maldad, y eso los hizo esclavos del mal. Úsenlo ahora para servir a lo que es justo, porque eso los hará vivir apartados del mal.


¿Y qué ganaron con eso? ¡Vergüenza! Porque hicieron cosas que llevan a la muerte.


Pues el pecado solo produce muerte, mientras que el regalo de Dios da vida eterna cuando creemos en Cristo Jesús, nuestro Señor.


Pero me doy cuenta de que en todo mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra lo que en mi mente yo sé que es correcto. Es como si esa ley me tuviera preso.


El arma de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la Ley.


Pues, aunque vivimos en el mundo, no luchamos en la vida como lo hace el mundo.


Todos los que quieren agradar a Dios por hacer lo que demanda la Ley están bajo maldición. Pues las Escrituras dicen: «Maldito sea quien no obedezca todo lo que está escrito en el libro de la Ley».


Los que son de Cristo Jesús han hecho morir en la cruz sus malos deseos por el pecado.


Los judíos los llaman a ustedes «los no circuncidados», pues no nacieron siendo judíos. Ellos se circuncidan entre ellos, y por eso se hacen llamar «los de la circuncisión».


En ese tiempo todos nosotros también vivíamos haciendo lo mismo. Nos dejábamos llevar por nuestros malos deseos, haciendo lo que queríamos y siguiendo nuestras propias ideas. Al igual que los demás, hacíamos enojar a Dios y merecíamos su castigo.


Por eso les pido que hagan morir todos sus deseos de maldad. No tengan relaciones sexuales prohibidas, dejen las acciones vergonzosas y sus malos deseos de placer. Abandonen el deseo de hacer lo malo, el deseo de siempre tener más dinero, pues es lo mismo que adorar ídolos.


En otro tiempo también nosotros éramos tontos y desobedientes. Fuimos engañados y nos hicimos esclavos de toda clase de malos deseos y placeres. Vivíamos haciendo el mal y llenos de envidia. Éramos gente odiosa y nos odiábamos unos a otros.


Estos malos deseos son los que nos llevan a pecar. Y el pecado, una vez que domina toda nuestra vida, da como resultado la muerte eterna.


¿De dónde surgen las peleas y discusiones entre ustedes? Pues surgen de los malos deseos que controlan su vida.


Todo el que comete pecado desobedece la Ley. De hecho, el pecado es desobediencia de la Ley.


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