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Romanos 2:5 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

5 Tu terquedad y falta de arrepentimiento solo harán que tu castigo sea más grande en el día del juicio final. En ese día Dios te juzgará con justicia.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

5 Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Pero eres terco y te niegas a arrepentirte y abandonar tu pecado, por eso vas acumulando un castigo terrible para ti mismo. Pues se acerca el día de la ira, en el cual se manifestará el justo juicio de Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Si tu corazón se endurece y te niegas a cambiar, te estás preparando para ti mismo un gran castigo para el día del juicio, cuando Dios se presente como justo Juez.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Pero según tu dureza y tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de ira y de la revelación del justo juicio de Dios;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Pero, por tu dureza y tu impenitente corazón, estás acumulando ira para el día de la ira, cuando se revele el justo juicio de Dios,

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Romanos 2:5
40 Referencias Cruzadas  

Desde el cielo, Dios nos hace ver que está muy enojado con la gente por su mala conducta y falta de justicia. Con maldad ocultan la verdad de quién es Dios.


Hermanos en la fe, quiero que entiendan este misterio, para que no se vuelvan orgullosos. Una parte del pueblo de Israel no quiere creer, y así seguirá hasta que todos los no judíos que crean pasen a formar parte del pueblo de Dios.


Aunque Dios quería mostrar su enojo y dar a conocer su poder, no lo hizo. Al contrario, soportó con mucha paciencia a los que merecían ser castigados y destruidos.


Pues es necesario que todos nos presentemos ante el tribunal de Cristo. Allí cada uno recibirá lo que le corresponda, según lo bueno o malo que haya hecho mientras vivió en el cuerpo.


Todo esto prueba que la decisión de Dios es justa. Él decidió considerarlos a ustedes como merecedores de su reino. Y, por ser fieles a ese reino, ustedes están sufriendo.


Más bien, mientras aún haya oportunidad de escuchar su voz, anímense unos a otros cada día. Así ninguno de ustedes se volverá rebelde, engañados por el pecado.


Como se acaba de decir: «Si ustedes oyen hoy su voz, no sean tercos como sucedió cuando los israelitas desobedecieron».


Por eso, Dios volvió a fijar un día, que es «hoy». Y lo dice por medio de David, mucho tiempo después, como ha sido ya citado: «Si ustedes oyen hoy su voz, no sean tercos».


Se han oxidado su oro y su plata. Ese óxido hablará contra ustedes y consumirá como fuego sus cuerpos. Han amontonado riquezas, pero de nada servirán porque estamos viviendo los últimos días.


Todo esto demuestra que el Señor sabe librar de la tentación a los que viven como Dios quiere. Pero también sabe castigar a los malvados, y lo hará cuando llegue el día del juicio.


Pero, de la misma manera, con una sola orden suya, el cielo y la tierra que ahora existen serán destruidos por el fuego. Ese día del juicio también serán destruidos los malvados.


También hubo ángeles que no mantuvieron su posición de autoridad, sino que abandonaron su propio hogar. A estos, Dios los mantiene siempre encarcelados en la oscuridad, en espera del gran día del juicio.


Le he dado tiempo para que se arrepienta de sus pecados sexuales, pero no quiere hacerlo.


Pues ha llegado el gran día de nuestro castigo. ¡Nadie podrá salvarse!».


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