Mateo 27:50 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

⁵⁰ Entonces Jesús volvió a gritar con fuerza, y murió.

Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

⁵⁰ Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.

Biblia Nueva Traducción Viviente

⁵⁰ Entonces Jesús volvió a gritar y entregó su espíritu.

Biblia Católica (Latinoamericana)

⁵⁰ Pero nuevamente Jesús dio un fuerte grito y entregó su espíritu.

La Biblia Textual 3a Edicion

⁵⁰ Entonces Jesús, clamando otra vez a gran voz, entregó el espíritu.

Biblia Serafín de Ausejo 1975

⁵⁰ Entonces Jesús, gritando de nuevo con voz potente, exhaló el espíritu.

Mateo 27:50 Referencias Cruzadas

Mateo 20:28

Ni siquiera el Hijo del hombre vino para que le sirvieran, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.

Mateo 27:49

Los demás decían: ―Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.

Marcos 15:37

Entonces Jesús, lanzando un fuerte grito, murió.

Lucas 23:46

Entonces Jesús gritó con fuerza: ―¡Padre, en tus manos entrego mi espíritu! Y, al decir esto, murió.

Juan 10:11

»Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.

Juan 10:15

así como el Padre me conoce a mí y yo lo conozco a él. Yo doy mi vida por las ovejas.

Juan 19:29

Había allí una vasija llena de vinagre. Así que empaparon una esponja en el vinagre. Luego la pusieron en una vara y se la acercaron a la boca.

Juan 19:30

Al probar Jesús el vinagre, dijo: ―Todo se ha cumplido. Luego inclinó la cabeza y murió.

Hebreos 2:14

Por tanto, ya que ellos son de carne y hueso, Cristo también compartió esa naturaleza humana. Lo hizo para eliminar, mediante la muerte, al que tiene el dominio de la muerte —es decir, al diablo—.

Hebreos 5:7

Cuando vivía aquí en la tierra, Jesús hizo oraciones rogando al que podía salvarlo de la muerte. Lo hizo con fuerte voz y lágrimas. Y fue escuchado porque fue humilde y obediente.

Hebreos 9:14

Si esto es así, ¡cuánto más poder tiene la sangre de Cristo! Porque, por medio del Espíritu eterno, Cristo se ofreció sin pecado a Dios. Su sangre limpiará nuestra conciencia, y no se nos declarará culpables de pecados que conducen a la muerte eterna, para que sirvamos al Dios viviente.