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Mateo 26:28 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

28 Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

28 porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

28 porque esto es mi sangre, la cual confirma el pacto entre Dios y su pueblo. Es derramada como sacrificio para perdonar los pecados de muchos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

28 esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por una muchedumbre, para el perdón de sus pecados.

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La Biblia Textual 3a Edicion

28 porque esto es mi sangre° del° pacto,° la cual es derramada a favor de muchos, para perdón de pecados.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 porque esto es mi sangre, la de la alianza, que va a ser derramada por todos, para perdón de los pecados.

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Mateo 26:28
26 Referencias Cruzadas  

Ni siquiera el Hijo del hombre vino para que le sirvieran, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.


Después tomó la copa, dio gracias y se la ofreció, diciéndoles: ―Beban de ella todos ustedes.


Les digo que no beberé de este fruto de la vid desde ahora en adelante, hasta aquel día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre.


Perdona nuestras ofensas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros ofensores.


Así se apareció Juan, bautizando en el desierto y predicando el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados.


―Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos —les dijo—.


También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió. Luego se lo dio a ellos y dijo: ―Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes. Hagan esto en memoria de mí.


De la misma manera, tomó la copa después de la cena y dijo: ―El vino en esta copa representa la sangre que es derramada por ustedes. Con ella Dios hace un nuevo pacto.


Pero el pecado de Adán no puede compararse con el regalo que Dios nos ha dado. Por la desobediencia de un solo hombre, murieron muchos. Sin embargo, por medio de un solo hombre, Jesucristo, Dios nos dio un regalo que no merecíamos. ¡Un regalo para el bien de todos!


Por la desobediencia de uno solo, muchos pecaron. Pero ahora, por la obediencia de uno solo, muchos serán declarados justos.


De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: «Esta copa representa el nuevo pacto que Dios hace por medio de mi sangre. Cada vez que beban de ella, beban en memoria de mí».


Al derramar su sangre, Cristo nos hizo libres y perdonó nuestros pecados, porque su amor es muy grande. No merecíamos tanto amor,


Es por Cristo que somos libres y nuestros pecados han sido perdonados.


y, por medio de él, Dios hizo que todas las cosas estuvieran en paz con él. Así, tanto las cosas que están en la tierra como las que están en el cielo alcanzaron la paz por medio de la muerte de Cristo en la cruz.


¿Cuánto mayor castigo piensan ustedes que merece el que ha despreciado al Hijo de Dios? ¿Qué castigo recibirá el que ha rechazado la sangre de Cristo? Pues esa sangre es la del pacto por medio del cual había sido elegido por Dios. Quien así actúa ha insultado al Espíritu de Dios, quien nos ama, aunque no lo merezcamos.


El Dios que da la paz levantó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, al gran Pastor de las ovejas. Por medio de su sangre, Dios estableció con nosotros un pacto eterno.


De igual manera, Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos. Después aparecerá por segunda vez. Pero ya no vendrá para morir por el pecado de alguno, sino para traer salvación a quienes esperan su regreso.


Él murió en la cruz ofreciendo su vida como un sacrificio, para que Dios perdonara nuestros pecados. Pero no solo para que nos perdonara a nosotros, sino a todo el mundo.


―Eso usted lo sabe, mi señor —respondí. Él me dijo: ―Son los que pasaron por el gran tiempo de sufrimiento. Esta gente ha sido perdonada de sus pecados por medio del derramamiento de la sangre del Cordero.


Después de esto miré, y apareció una gran cantidad de personas. Era gente de todas las naciones, tribus, pueblos e idiomas. Eran tantas personas que nadie podía contarlas. Estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos de ropas blancas y con ramas de palma en la mano.


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