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Mateo 18:31 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

31 Cuando los demás siervos vieron lo ocurrido, se entristecieron mucho y fueron a contarle a su señor todo lo que había sucedido.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

31 »Cuando algunos de los otros siervos vieron eso, se disgustaron mucho. Fueron ante el rey y le contaron todo lo que había sucedido.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 Los compañeros, testigos de esta escena, quedaron muy molestos y fueron a contárselo todo a su señor.

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 Viendo pues lo ocurrido, sus consiervos se entristecieron mucho, y fueron a referir a su señor todo lo sucedido.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 Al ver, pues, sus compañeros lo que había sucedido, se disgustaron mucho y fueron a contárselo todo a su señor.

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Mateo 18:31
16 Referencias Cruzadas  

El rey se puso triste, pero, como había hecho el juramento frente a sus invitados, ordenó que se le concediera la petición,


»Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata. Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, le exigió.


Pero él se negó. Más bien fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda.


Entonces el señor mandó llamar al siervo y lo reprendió: “¡Siervo malvado! Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste.


Jesús se les quedó mirando. Estaba enojado y entristecido por su falta de compasión, y le dijo al hombre: ―Extiende la mano. Así que la extendió, y la mano le quedó curada.


El siervo regresó y le informó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los ciegos y a los cojos”.


Cuando se acercaba a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella.


Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran.


¡Confieso con vergüenza que hemos sido demasiado suaves con ustedes! Si alguien se atreve a sentirse orgulloso, también yo me atrevo a hacerlo, aunque sea una locura decirlo.


Obedezcan a sus dirigentes, respeten sus órdenes. Pues ellos cuidan de ustedes como quienes tienen que rendir cuentas. Obedézcanlos para que ellos cumplan su tarea con alegría y sin quejarse. Si ellos tienen que realizar su tarea quejándose, eso no es provechoso para ustedes.


Acuérdense de los presos, como si ustedes fueran sus compañeros de cárcel. También acuérdense de los que son maltratados, como si fueran ustedes mismos los que sufren.


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