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Mateo 13:19 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

19 Cuando alguien oye la palabra acerca del reino y no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que se sembró en su corazón. Estas son las semillas sembradas junto al camino.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

19 Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Las semillas que cayeron en el camino representan a los que oyen el mensaje del reino y no lo entienden. Entonces viene el maligno y arrebata la semilla que fue sembrada en el corazón.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Cuando uno oye la palabra del Reino y no la interioriza, viene el Maligno y le arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Ahí tienen lo que cayó a lo largo del camino.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 De todo el que oye la palabra del reino y no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Éste es el que fue sembrado junto al camino.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Cuando alguien oye la palabra del reino sin profundizarla, viene el Malo y arrebata lo sembrado en su corazón; éste representa lo sembrado al borde del camino.

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Mateo 13:19
36 Referencias Cruzadas  

Y, si Satanás echa fuera a Satanás, pelea contra sí mismo. ¿Cómo puede, entonces, continuar su reino?


El que recibió la semilla que cayó en suelo lleno de piedras es el que oye la palabra e inmediatamente la recibe con alegría.


El campo es el mundo, y la buena semilla representa a los que pertenecen al reino. La mala hierba son los que pertenecen al maligno,


Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas, anunciando la buena noticia del reino y sanando toda enfermedad y dolor entre la gente.


Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y, cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más proviene del maligno.


Algunos son como lo sembrado junto al camino, donde se siembra la palabra. Tan pronto como la oyen, viene Satanás y les quita la palabra sembrada en ellos.


Sanen a los enfermos que encuentren allí y díganles: “El reino de Dios ya está cerca de ustedes”.


Entonces los envió a predicar el reino de Dios y a sanar a los enfermos.


―¿Y qué es la verdad? —preguntó Pilato. Dicho esto, salió otra vez a ver a los judíos. ―Yo no encuentro que este sea culpable de nada —declaró—.


¿Por qué no entienden mi modo de hablar? Porque no pueden aceptar mi palabra.


Cuando oyeron de la resurrección, unos se burlaron; pero otros le dijeron: ―Queremos que usted nos hable en otra ocasión sobre este tema.


Pero, como se trata de cuestiones de palabras, de nombres y de su propia ley, arréglense entre ustedes. No quiero ser juez de tales cosas.


»Escuchen, yo sé que ninguno de ustedes volverá a verme. Pero a todos les he anunciado el mensaje del reino de Dios.


Señalaron un día para reunirse con Pablo, y fueron muchísimos más a la casa donde él estaba prisionero. Desde la mañana hasta la tarde estuvo explicándoles y hablándoles acerca del reino de Dios y tratando de convencerlos de creer en Jesús. En su explicación, Pablo usaba la Ley de Moisés y los libros de los Profetas.


Además, pensaron que no valía la pena reconocer a Dios. Por eso, él los ha dejado hacer todo lo que su malvada mente los llevara a hacer. Así que, han hecho lo que no debían hacer.


Pues el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas. Más bien tiene que ver con dejarse guiar por el Espíritu Santo a una vida de justicia, paz y alegría.


Pero a los que son egoístas, los que rechazan la verdad para seguir la maldad, Dios les dará un gran castigo.


Yo soy el más insignificante de todos los creyentes. Sin embargo, recibí este privilegio inmerecido de predicar a las naciones acerca de las incontables bendiciones que Cristo nos puede dar.


Así serán castigados todos los que no creyeron en la verdad, sino que con gusto hicieron el mal.


Por eso es necesario que prestemos más atención al mensaje que hemos oído, no sea que perdamos el rumbo.


No seamos como Caín que pertenecía al diablo y asesinó a su hermano. ¿Y por qué lo hizo? Porque todo lo que hacía era malo y, en cambio, lo que hacía su hermano era bueno.


Sabemos que el que es hijo de Dios no vive pecando, pues Jesucristo, que nació de Dios, lo protege, y el diablo no llega a tocarlo.


Sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para que conozcamos al Dios verdadero. Y nosotros somos amigos de su Hijo Jesucristo, quien es el Dios verdadero y nos da vida eterna.


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