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Marcos 10:38 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

38 ―No saben lo que están pidiendo —les respondió Jesús—. ¿Pueden acaso beber el trago amargo de la copa que yo bebo, o pasar por la prueba del bautismo con el que voy a ser probado?

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

38 Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

38 Jesús les dijo: —¡No saben lo que piden! ¿Acaso pueden beber de la copa amarga de sufrimiento que yo estoy a punto de beber? ¿Acaso pueden ser bautizados con el bautismo de sufrimiento con el cual yo tengo que ser bautizado?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

38 Jesús les dijo: 'Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo estoy bebiendo o ser bautizados como yo soy bautizado?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

38 Pero Jesús les dijo: No sabéis qué pedís. ¿Podéis beber la copa que Yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que Yo soy bautizado?°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

38 Pero Jesús les replicó: 'No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo voy a beber o de ser bautizados con el bautismo que yo voy a recibir?'.

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Marcos 10:38
14 Referencias Cruzadas  

Yendo un poco más allá, se arrodilló, se inclinó hasta tocar el suelo con su rostro, y oró: «Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».


Cuando confesaban sus pecados, él los bautizaba en el río Jordán.


Decía: «Abba, Padre, todo es posible para ti. No me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».


Pero tengo que pasar por la prueba de un bautismo, y ¡cuánta angustia siento hasta que se cumpla!


«Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo. Pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya».


―¡Vuelve esa espada a su funda! —le ordenó Jesús a Pedro—. ¿Acaso no he de beber el trago amargo que el Padre me da a beber?


Así mismo, el Espíritu nos ayuda cuando somos débiles. Cuando no sabemos qué pedir, el Espíritu mismo le ruega a Dios por nosotros. Ruega con gemidos que no pueden expresarse con palabras.


Aun cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus malos deseos.


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