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Lucas 9:43 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

43 Y todos se quedaron asombrados de la grandeza de Dios. En medio de tanta admiración por todo lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

43 Y todos se admiraban de la grandeza de Dios. Y maravillándose todos de todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos:

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Biblia Nueva Traducción Viviente

43 El asombro se apoderó de la gente al ver esa majestuosa demostración del poder de Dios. Mientras todos se maravillaban de las cosas que él hacía, Jesús dijo a sus discípulos:

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Biblia Católica (Latinoamericana)

43 Todos quedaron asombrados ante una tal intervención de Dios. Mientras todos quedaban admirados por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:

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La Biblia Textual 3a Edicion

43 Y todos estaban asombrados de la grandeza de Dios. Mientras todos estaban maravillados de todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos:

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

43 Todos quedaron llenos de asombro ante el poder admirable de Dios. Mientras todos estaban maravillados de todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos:

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Lucas 9:43
14 Referencias Cruzadas  

Estando reunidos en Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de sus enemigos.


Subió entonces a la barca con ellos, y el viento se calmó. Estaban sumamente asombrados,


Al instante recobró la vista. Entonces, dando la gloria a Dios, comenzó a seguir a Jesús. Y todos los que lo vieron alababan a Dios.


Todos se asustaron y se decían unos a otros: «¿Qué clase de palabra es esta? ¡Con autoridad y poder les da órdenes a los espíritus malignos, y salen!».


Todos quedaron asombrados y ellos también alababan a Dios. Estaban llenos de temor y decían: «Hoy hemos visto maravillas».


Es que él y todos sus compañeros estaban asombrados ante la pesca que habían hecho.


―¿Dónde está la fe de ustedes? —les dijo a sus discípulos. Con temor y asombro ellos se decían unos a otros: «¿Quién es este, que manda aun a los vientos y las olas, y le obedecen?».


Estaba acercándose el muchacho cuando el demonio lo derribó con una convulsión. Pero Jesús reprendió al espíritu maligno, sanó al muchacho y se lo devolvió al padre.


Nosotros somos testigos de la grandeza de nuestro Señor Jesucristo, pues lo vimos con nuestros propios ojos. Por eso, cuando les enseñamos acerca de su poderosa venida, no lo hicimos inventando cuentos falsos.


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