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Lucas 9:28 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

28 Unos ocho días después de decir esto, Jesús, acompañado de Pedro, Juan y Santiago, subió a una montaña a orar.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

28 Aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

28 Cerca de ocho días después, Jesús llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a una montaña para orar.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

28 Unos ocho días después de estos discursos, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan y subió a un cerro a orar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

28 Como ocho° días después de estas palabras, sucedió que° tomando a Pedro, a Juan y a Jacobo, subió al monte a orar.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 Unos ocho días después de estos discursos, tomó consigo a Pedro, a Juan y a Santiago y subió al monte para orar.

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Lucas 9:28
18 Referencias Cruzadas  

Después de despedir a la gente, subió a la montaña para orar a solas. Al anochecer, estaba allí él solo,


Cuando vio a tantísima gente, subió a la ladera de una montaña y se sentó. Sus discípulos se le acercaron


Jesús se levantó muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro. Luego salió de la casa y se fue a orar a un lugar solitario.


Cuando se despidió, fue a la montaña para orar.


Un día en que todos venían hasta donde estaba Juan para que los bautizara, Jesús fue bautizado también. Y, mientras oraba, se abrió el cielo,


Él, por su parte, acostumbraba retirarse a lugares solitarios para orar.


Por aquel tiempo se fue Jesús a la montaña a orar y pasó toda la noche en oración a Dios.


Cuando llegó a la casa de Jairo, no dejó que nadie entrara con él, excepto Pedro, Juan y Santiago, y el padre y la madre de la niña.


Un día, Jesús se apartó para orar, y luego se volvió a sus discípulos y les preguntó: ―¿Quién dice la gente que soy yo?


Entonces subió Jesús a una colina y se sentó con sus discípulos.


Esta será la tercera vez que los visite. «Todo asunto se resolverá escuchando el testimonio de dos o tres testigos».


Cuando vivía aquí en la tierra, Jesús hizo oraciones rogando al que podía salvarlo de la muerte. Lo hizo con fuerte voz y lágrimas. Y fue escuchado porque fue humilde y obediente.


Nosotros somos testigos de la grandeza de nuestro Señor Jesucristo, pues lo vimos con nuestros propios ojos. Por eso, cuando les enseñamos acerca de su poderosa venida, no lo hicimos inventando cuentos falsos.


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