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Lucas 8:29 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

29 Es que Jesús le había ordenado al espíritu maligno que saliera del hombre. Ese espíritu se había apoderado de él muchas veces. Al hombre le sujetaban los pies y las manos con cadenas y lo mantenían bajo vigilancia. Aun así, rompía las cadenas y el demonio lo arrastraba a lugares solitarios.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

29 (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre, pues hacía mucho tiempo que se había apoderado de él; y le ataban con cadenas y grillos, pero rompiendo las cadenas, era impelido por el demonio a los desiertos.)

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Biblia Nueva Traducción Viviente

29 Pues Jesús ya le había ordenado al espíritu maligno que saliera del hombre. Ese espíritu a menudo tomaba control de él. Aun cuando el hombre estaba bajo custodia, con cadenas y grilletes, simplemente los rompía y se escapaba al desierto, totalmente controlado por el demonio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

29 Es que Jesús ordenaba al espíritu malo que saliera de aquel hombre. En muchas ocasiones el espíritu se había apoderado de él y lo había llevado al desierto. En esos momentos, por más que lo ataran con cadenas y grillos para somerterlo, rompía las ataduras.

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La Biblia Textual 3a Edicion

29 Pues mandaba al espíritu inmundo salir del hombre, porque durante mucho tiempo° se había apoderado de él, y aunque atado con cadenas y grillos para ser custodiado, rompía las cadenas y era impelido por el demonio a los lugares desiertos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

29 Es que Jesús estaba mandando al espíritu impuro que saliera de aquel hombre. Porque en muchas ocasiones lo forzaba de tal manera que, aunque lo ataban con cadenas y le ponían grillos en los pies para tenerlo sujeto, él rompía las ataduras, y el demonio lo empujaba hacia lugares desiertos.

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Lucas 8:29
9 Referencias Cruzadas  

Estaba acercándose el muchacho cuando el demonio lo derribó con una convulsión. Pero Jesús reprendió al espíritu maligno, sanó al muchacho y se lo devolvió al padre.


Resulta que un espíritu toma control de él, y de repente el muchacho se pone a gritar. También lo sacude con violencia y hace que eche espumarajos. Cuando lo ataca, a duras penas lo suelta.


Es que Jesús le había dicho: «¡Sal de este hombre, espíritu maligno!».


Cuando vio a Jesús, dio un grito y se arrojó a sus pies. Entonces dijo con fuerza: ―¿Por qué te metes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te ruego que no me castigues!


―¿Cómo te llamas? —le preguntó Jesús. ―Legión —respondió, ya que habían entrado en él muchos demonios.


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