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Lucas 19:37 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

37 Al acercarse él a la bajada del monte de los Olivos, todos los discípulos se entusiasmaron. Comenzaron a alabar a Dios por tantos milagros que habían visto,

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

37 Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

37 Cuando llegó a donde comienza la bajada del monte de los Olivos, todos sus seguidores empezaron a gritar y a cantar mientras alababan a Dios por todos los milagros maravillosos que habían visto.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

37 Al acercarse a la bajada del monte de los Olivos, la multitud de los discípulos comenzó a alabar a Dios a gritos, con gran alegría, por todos los milagros que habían visto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

37 Cuando ya se acercaba a la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, se regocijaron y comenzaron a alabar a Dios a gran voz por todos los milagros que habían visto,°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

37 Acercándose ya a la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios a grandes voces por todos los prodigios que habían visto,

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Lucas 19:37
20 Referencias Cruzadas  

Al acercarse a Jerusalén, llegaron a Betfagué, al monte de los Olivos. Entonces Jesús envió a dos discípulos


Más tarde, Jesús estaba sentado en el monte de los Olivos, frente al Templo. Y Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntaron en privado:


Después de cantar los salmos, salieron al monte de los Olivos.


Al instante recobró la vista. Entonces, dando la gloria a Dios, comenzó a seguir a Jesús. Y todos los que lo vieron alababan a Dios.


»Llegó otro siervo y dijo: “Señor, aquí tiene su dinero; lo he tenido guardado, envuelto en un pañuelo.


Cuando se acercó a Betfagué y a Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos con este encargo:


A medida que avanzaba, la gente tendía sus mantos sobre el camino.


Todos se llenaron de temor y alababan a Dios. ―Hay entre nosotros un gran profeta —decían—. Dios ha venido en ayuda de su pueblo.


Muchos que se habían enterado de esa señal realizada por Jesús salían a su encuentro.


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