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Lucas 13:34 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

34 »¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste!

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

34 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!

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Biblia Nueva Traducción Viviente

34 »¡Oh, Jerusalén, Jerusalén, la ciudad que mata a los profetas y apedrea a los mensajeros de Dios! Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina protege a sus pollitos debajo de sus alas, pero no me dejaste.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus polluelos debajo de sus alas, y tú no has querido!

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 ¡Jerusalem, Jerusalem, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise recoger a tus hijos como la gallina a sus polluelos bajo sus alas, y no quisisteis!°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 ¡Jerusalén, Jerusalén: la que mata a los profetas y apedrea a los que fueron enviados a ella! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina a sus polluelos bajo sus alas! Pero vosotros no quisisteis.

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Lucas 13:34
46 Referencias Cruzadas  

Mandó a sus siervos que llamaran a los invitados, pero estos se negaron a asistir al banquete.


Los demás agarraron a los siervos, los maltrataron y los mataron.


Molesto, el hermano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hiciera.


Te derribarán a ti y a tus hijos dentro de tus murallas. No dejarán ni una piedra sobre otra, porque no reconociste el tiempo en que Dios vino a salvarte.


Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: ―Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos.


¿A cuál de los profetas no persiguieron sus antepasados? Ellos mataron a los que de antemano anunciaron la venida del Justo. Y ahora ustedes lo han traicionado y asesinado.


Mientras lo apedreaban, Esteban oraba. ―Señor Jesús —decía—, recibe mi espíritu.


Y Saulo estaba allí, aprobando la muerte de Esteban. Aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia en Jerusalén. Todos, excepto los apóstoles, tuvieron que huir a las regiones de Judea y Samaria.


Sus cadáveres quedarán tendidos en la plaza de la gran ciudad, donde fue crucificado su Señor. A esta ciudad se le da el nombre simbólico de Sodoma y Egipto.


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