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Juan 3:36 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna. Pero el que no cree en el Hijo no sabrá lo que es esa vida, sino que permanecerá bajo el castigo de Dios».

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

36 Los que creen en el Hijo de Dios tienen vida eterna. Los que no obedecen al Hijo nunca tendrán vida eterna, sino que permanecen bajo la ira del juicio de Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

36 El que cree en el Hijo vive de vida eterna, pero el que se niega a creer en el Hijo se queda con el Dios que condena: nunca conocerá la vida.

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La Biblia Textual 3a Edicion

36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que desobedece° al Hijo, no verá vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero el que rehúsa creer en el Hijo no gozará de vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.'

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Juan 3:36
38 Referencias Cruzadas  

»Aquellos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna».


El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado.


Porque han visto mis ojos tu salvación,


Y toda la humanidad verá la salvación de Dios”».


Pero a los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios.


Yo les doy vida eterna y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano.


―Te aseguro que quien no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios —dijo Jesús.


Ya el que cosecha recibe su salario y recoge el fruto para vida eterna. Ahora tanto el que siembra como el que cosecha se alegran juntos.


»Les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna. No será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida.


Este es el pan que bajó del cielo. Los antepasados de ustedes comieron maná y murieron, pero el que come de este pan vivirá para siempre.


Les aseguro que el que cumple mi palabra nunca morirá.


Pero los judíos que no creyeron convencieron a los no judíos de ir en contra de los que habían creído.


Desobedecer la Ley, en efecto, trae castigo. Pero, donde no hay Ley, tampoco hay culpable.


Hemos sido declarados justos por su muerte. Entonces, gracias a Cristo, ¡con mucha más razón seremos salvados del castigo de Dios!


Por lo tanto, ya no hay ningún castigo para los que están unidos a Cristo Jesús.


Todos los que quieren agradar a Dios por hacer lo que demanda la Ley están bajo maldición. Pues las Escrituras dicen: «Maldito sea quien no obedezca todo lo que está escrito en el libro de la Ley».


Que nadie los engañe con discursos tontos, porque por esas cosas castiga Dios a los que desobedecen.


Nos contaron que ahora esperan que Jesús regrese del cielo. Dios fue quien resucitó a su Hijo, y su Hijo nos libra del castigo que vendrá sobre los pecadores.


Porque Dios no nos eligió para castigarnos, sino para darnos salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo.


¿Cuánto mayor castigo piensan ustedes que merece el que ha despreciado al Hijo de Dios? ¿Qué castigo recibirá el que ha rechazado la sangre de Cristo? Pues esa sangre es la del pacto por medio del cual había sido elegido por Dios. Quien así actúa ha insultado al Espíritu de Dios, quien nos ama, aunque no lo merezcamos.


Si eso fue así, entonces ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? Esta salvación fue anunciada primeramente por el Señor, y los que la recibieron nos confirmaron que era verdad.


¿Y a quiénes juró Dios que jamás entrarían en su lugar de descanso? Pues a los que desobedecieron.


Como podemos ver, no pudieron entrar porque no creyeron.


Pero te diré quienes recibirán como premio el castigo del lago de fuego y azufre: los cobardes, los que no creen, los detestables; los asesinos, los que tienen relaciones sexuales prohibidas, los que practican la brujería; los que adoran dioses falsos y todos los mentirosos. Esta es la segunda muerte».


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