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Juan 19:4 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

4 Pilato volvió a salir. ―Aquí lo tienen —dijo a los judíos—. Lo he sacado para que sepan que no lo encuentro culpable de nada.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

4 Entonces Pilato salió otra vez, y les dijo: Mirad, os lo traigo fuera, para que entendáis que ningún delito hallo en él.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Pilato volvió a salir y le dijo al pueblo: «Ahora lo voy a traer, pero que quede bien claro que yo no lo encuentro culpable de nada».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Pilato volvió a salir y les dijo: 'Miren, se lo traigo de nuevo fuera; sepan que no encuentro ningún delito en él.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Otra vez salió Pilato, y les dice: Mirad, os lo traigo fuera para que sepáis que ningún delito hallo en él.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Pilato salio de nuevo fuera y dice a los judíos: 'Mirad; os lo traigo fuera, para que sepáis que no encuentro en él ningún delito'.

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Juan 19:4
16 Referencias Cruzadas  

Mientras Pilato estaba sentado en el tribunal, su esposa le envió el siguiente recado: «No te metas con ese justo, pues, por causa de él, hoy he sufrido mucho en un sueño».


Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos delante de la gente. ―Soy inocente de la sangre de este hombre —dijo—. ¡Allá ustedes!


―He pecado —les dijo— porque he entregado sangre inocente. ―¿Y eso a nosotros qué nos importa? —respondieron—. ¡Allá tú!


Cuando el capitán romano y los que con él estaban custodiando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que había sucedido, quedaron aterrados y dijeron: ―¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios!


Entonces Pilato declaró a los jefes de los sacerdotes y a la gente: ―No encuentro que este hombre sea culpable de nada.


En nuestro caso, el castigo es justo. Sufrimos lo que merecen nuestros delitos. Este, en cambio, no ha hecho nada malo.


El capitán romano, al ver lo que había sucedido, alabó a Dios y dijo: ―¡Verdaderamente este hombre era justo!


Pilato volvió a entrar en el palacio y llamó a Jesús. ―¿Eres tú el rey de los judíos? —le preguntó.


―¿Y qué es la verdad? —preguntó Pilato. Dicho esto, salió otra vez a ver a los judíos. ―Yo no encuentro que este sea culpable de nada —declaró—.


Tan pronto como lo vieron, los jefes de los sacerdotes y los guardias gritaron a voz en cuello: ―¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! ―Pues llévenselo y crucifíquenlo ustedes —respondió Pilato—. Por mi parte, no lo encuentro culpable de nada.


Cristo no cometió pecado alguno, pero, por amor a nosotros, Dios lo trató como pecador, para declararnos justos por medio de Cristo.


Nos convenía tener un sumo sacerdote así: santo, sin maldad, sin pecado, apartado de los pecadores y a quien se le ha dado el honor más alto en cielo.


Se pagó con la preciosa sangre de Cristo, que se sacrificó en la cruz como si fuera un cordero sin defecto alguno.


«Él no cometió ningún pecado, ni de su boca salieron mentiras».


Porque Cristo murió para perdonar nuestros pecados una sola vez, y es suficiente. Él, que era justo, murió por nosotros, que éramos injustos. Así nos acercó a Dios. Él sufrió la muerte en su cuerpo, pero el Espíritu hizo que volviera a la vida.


Pero ustedes saben que Jesucristo vino para quitar nuestros pecados. Y él no tiene pecado.


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