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Juan 14:6 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

6 ―Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Jesús le contestó: —Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Jesús contestó: 'Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Jesús le dice: Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene° al Padre sino por mí.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Respóndele Jesús: 'Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre, sino por mí.

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Juan 14:6
57 Referencias Cruzadas  

»Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce al Hijo, sino el Padre, y nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo.


Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, la gloria del Hijo único del Padre. Y estaba lleno de amor y de verdad.


La Ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor inmerecido de Dios y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.


En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad.


Yo les doy vida eterna y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano.


Por eso, volvió a decirles: «Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.


Yo soy la puerta. El que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Se moverá con entera libertad y hallará pastos.


Dentro de poco, el mundo ya no me verá más, pero ustedes sí me verán. Y, porque yo vivo, también ustedes vivirán.


»Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.


―¡Así que eres rey! —le dijo Pilato. Jesús le contestó: ―Yo soy rey, tal como tú lo has dicho. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz.


Porque así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a quienes él quiere.


El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.


Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Este pan es mi carne, que daré para que el mundo viva.


Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, también el que come de mí vivirá por mí.


―Señor —contestó Simón Pedro—, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.


Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.


Les aseguro que el que cumple mi palabra nunca morirá.


Mataron al autor de la vida, pero Dios lo levantó de entre los muertos, y de eso nosotros somos testigos.


De hecho, en ningún otro hay salvación. No hay bajo el cielo otro nombre dado a las personas mediante el cual podamos ser salvos».


Por eso le pidió al sumo sacerdote que le diera cartas de autorización. Quería ir a las sinagogas de Damasco para arrestar a todos los que creían en Jesús. Los llevaría presos a Jerusalén, fueran hombres o mujeres.


Él me envió como servidor de Cristo Jesús para ayudar a los no judíos. Yo tengo el deber sacerdotal de anunciar la buena noticia de Dios a los no judíos. De esta manera los presentaré como si fueran una ofrenda aceptable ante Dios. Una ofrenda que el Espíritu Santo ha separado como especial.


También por medio de la fe en él, Jesucristo nos acerca al amor de Dios. Y ese amor es firme. Así que nos gozamos, porque tenemos la esperanza de compartir la gloria de Dios.


Así como reinó el pecado provocando la muerte, ahora reina el amor. Reina el inmerecido amor de Dios, que nos declara justos y nos da vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor.


Así dicen las Escrituras: «El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser viviente». El último Adán, Cristo, es el que nos da vida.


Pues gracias a lo que él hizo podemos acercarnos al Padre por medio de un mismo Espíritu.


Todo eso es una sombra de las cosas que estaban por venir. Pero Cristo nos muestra lo que es verdad.


En Cristo está presente todo el poder de Dios.


Cuando Cristo, que les ha dado vida a ustedes, vuelva otra vez, ustedes le acompañarán y compartirán su gloria.


Por eso puede salvar por completo a los que se acercan a Dios por medio de él. Y puede hacerlo porque vive para siempre, y nunca dejará de hablar a Dios en favor de ellos.


Con esto el Espíritu Santo quiere darnos esta enseñanza: mientras el primer santuario aún exista como lugar de adoración, el paso hacia el Lugar Santísimo no está abierto a todos.


Por medio de él ustedes creen en Dios, que lo resucitó y le dio gloria. Es por eso que la fe de ustedes y su confianza están puestas en Dios.


Dios desea construir un templo espiritual. Por eso eligió a Cristo como su piedra más importante y valiosa. Cristo es la piedra viva, rechazada por los seres humanos. Pero, cuando ustedes se acercaron a Dios,


Porque Cristo murió para perdonar nuestros pecados una sola vez, y es suficiente. Él, que era justo, murió por nosotros, que éramos injustos. Así nos acercó a Dios. Él sufrió la muerte en su cuerpo, pero el Espíritu hizo que volviera a la vida.


Si afirmamos que no hemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no decimos la verdad.


Todo el que rechaza al Hijo rechaza también al Padre; el que acepta al Hijo también acepta al Padre.


Sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para que conozcamos al Dios verdadero. Y nosotros somos amigos de su Hijo Jesucristo, quien es el Dios verdadero y nos da vida eterna.


Él vino a este mundo y fue bautizado en agua. Luego murió derramando su sangre en la cruz. El Espíritu es testigo de esto, porque el Espíritu dice la verdad.


Todo el que se desvía de la enseñanza de Cristo y no la obedece se aleja de Dios. En cambio, el que la obedece se acerca más al Padre y al Hijo.


y a Jesucristo. Él es el que siempre dice la verdad, el primero en resucitar y el que gobierna sobre los reyes de la tierra. Él nos ama y al derramar su sangre nos ha librado de nuestros pecados.


Luego vi el cielo abierto, y apareció un caballo blanco. Su jinete se llamaba Fiel y Verdadero. Era justo en sus decisiones y con justicia iba a la guerra.


Todo aquel cuyo nombre no estaba escrito en el libro de la vida era echado al lago de fuego.


Luego el ángel me mostró un río claro como el cristal, cuyas aguas dan vida. Este río salía del trono de Dios y del Cordero.


El Espíritu y la esposa del Cordero dicen: «¡Ven!». El que escuche diga: «¡Ven!». El que tenga sed, venga. Y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida.


»Escribe al ángel de la iglesia de Laodicea: A mí me llaman el Amén, porque soy fiel y digo la verdad. Yo gobierno sobre la creación de Dios, y este es mi mensaje:


»Escribe al ángel de la iglesia de Filadelfia: El Santo, el Verdadero, el que tiene la llave del reino de David. El que abre y nadie puede cerrar. El que cierra y nadie puede abrir, dice esto:


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