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Juan 14:16 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

16 Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre:

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Abogado Defensor, quien estará con ustedes para siempre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 y yo rogaré al Padre y les dará otro Protector que permanecerá siempre con ustedes,

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Y Yo rogaré al Padre y os dará otro° Paracleto, para que esté con vosotros para siempre:

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Yo rogaré al Padre y él os dará otro Paráclito, que estará con vosotros para siempre:

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Juan 14:16
31 Referencias Cruzadas  

Enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.


Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré.


No los voy a dejar huérfanos; volveré a ustedes.


Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas. Y les hará recordar todo lo que les he dicho.


»Yo les enviaré, de parte del Padre, al Consolador. Él es el Espíritu de verdad que procede del Padre. Cuando él venga, testificará acerca de mí.


Lo mismo les pasa a ustedes: Ahora están tristes, pero cuando vuelva a verlos se alegrarán. Y nadie les va a quitar esa alegría.


No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno.


»No ruego solo por estos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos,


Pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás. Al contrario, dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.


Con esto se refería al Espíritu que habrían de recibir más tarde los que creyeran en él. Hasta ese momento el Espíritu no había sido dado, porque Jesús aún no había entrado en su gloria.


Una vez, mientras comía con ellos, les ordenó: ―No se alejen de Jerusalén, sino esperen la promesa del Padre, de la cual les he hablado:


Y los discípulos quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo.


Mientras tanto, la iglesia disfrutaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Cada día se hacía más fuerte, pues todos respetaban al Señor. El número de creyentes iba creciendo, y eran todos fortalecidos por el Espíritu Santo.


Pues el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas. Más bien tiene que ver con dejarse guiar por el Espíritu Santo a una vida de justicia, paz y alegría.


Le pido a Dios, quien da esperanza, que los llene de toda alegría y paz. Pues ustedes creen en él, y quiero que el poder del Espíritu Santo los llene de confianza.


Y esta esperanza no nos falla, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado.


¿Quién los castigará? Nadie, pues Cristo Jesús murió por ellos, y también resucitó, y está a la derecha de Dios. Y desde ese sitio de honor ruega a Dios por nosotros.


En cambio, los que viven guiados por el Espíritu muestran amor por los demás, son alegres y tienen paz. El Espíritu los hace tener paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad,


Al estar unidos a Cristo, ustedes sienten el deseo de animar a otros. El amor que tienen los mueve a dar consuelo. El Espíritu los une y sienten compasión por otros.


Dios nuestro Padre nos amó mucho y, aunque no merecemos ese amor, nos consuela eternamente y nos da la seguridad de nuestra salvación. A él y a nuestro Señor Jesucristo les pido


Por eso puede salvar por completo a los que se acercan a Dios por medio de él. Y puede hacerlo porque vive para siempre, y nunca dejará de hablar a Dios en favor de ellos.


A ustedes los considero como hijos muy queridos. Por eso les escribo estas cosas para que no pequen. Pero, si alguno peca, tenemos ante el Padre a un defensor, a Jesucristo, el Justo.


Pero en ustedes permanece el Espíritu Santo, a quien Cristo envió a sus vidas. Así que no necesitan que nadie les enseñe, porque el Espíritu que siempre dice la verdad les enseñará todas las cosas. Sigan entonces unidos a Cristo, tal y como el Espíritu les enseñó.


Es justamente la verdad la que nos hace amarlos, porque la verdad permanece en nosotros y estará con nosotros para siempre.


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