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Juan 10:28 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

28 Yo les doy vida eterna y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

28 Les doy vida eterna, y nunca perecerán. Nadie puede quitármelas,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

28 y yo les doy vida eterna. Nunca perecerán y nadie las arrebatará jamás de mi mano.

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La Biblia Textual 3a Edicion

28 y Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 Yo les doy vida eterna y nunca jamás perecerán, ni nadie las arrebatará de mis manos.

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Juan 10:28
60 Referencias Cruzadas  

porque surgirán falsos Cristos y falsos profetas. Y harán maravillas y milagros para engañar, de ser posible, aun a los elegidos.


Entonces Jesús gritó con fuerza: ―¡Padre, en tus manos entrego mi espíritu! Y, al decir esto, murió.


Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar.


Entonces Jesús le dijo: ―Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá.


Dentro de poco, el mundo ya no me verá más, pero ustedes sí me verán. Y, porque yo vivo, también ustedes vivirán.


Pues tú le has dado autoridad sobre toda persona para que él les dé vida eterna a todos los que le has dado.


Esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho: «De los que me diste ninguno se perdió».


El que cree en el Hijo tiene vida eterna. Pero el que no cree en el Hijo no sabrá lo que es esa vida, sino que permanecerá bajo el castigo de Dios».


Pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás. Al contrario, dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.


»Les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna. No será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida.


No trabajen por la comida que pronto se acaba. Trabajen por la que permanece para vida eterna. Esa comida se la dará el Hijo del hombre, sobre quien Dios el Padre ha puesto su sello de aprobación.


Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y al que a mí viene, no lo rechazo.


Les aseguro que el que cree tiene vida eterna.


―Señor —contestó Simón Pedro—, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.


Mientras lo apedreaban, Esteban oraba. ―Señor Jesús —decía—, recibe mi espíritu.


Por el pecado de un solo hombre, reinó la muerte en el mundo. Pero ahora, por medio de un solo hombre, Jesucristo, somos declarados justos. Y, gracias a este inmerecido regalo de amor, reinará la vida.


También por medio de la fe en él, Jesucristo nos acerca al amor de Dios. Y ese amor es firme. Así que nos gozamos, porque tenemos la esperanza de compartir la gloria de Dios.


Así como reinó el pecado provocando la muerte, ahora reina el amor. Reina el inmerecido amor de Dios, que nos declara justos y nos da vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor.


Hemos sido declarados justos por su muerte. Entonces, gracias a Cristo, ¡con mucha más razón seremos salvados del castigo de Dios!


Pues el pecado solo produce muerte, mientras que el regalo de Dios da vida eterna cuando creemos en Cristo Jesús, nuestro Señor.


Por lo tanto, ya no hay ningún castigo para los que están unidos a Cristo Jesús.


Pues Dios ya sabía desde un principio a quienes iba a elegir para ser transformados en personas semejantes a su Hijo. Por eso su Hijo es el mayor de muchos hermanos.


Estoy convencido de esto: lo que Dios comenzó a hacer en sus vidas es muy bueno, y seguirá haciéndolo hasta completarlo el día en que Cristo Jesús vuelva.


Nosotros, en cambio, siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes, hermanos en la fe. Recuerden que el Señor los ama y que ustedes fueron los primeros que Dios eligió para ser salvos. Y son salvos gracias a lo que el Espíritu hizo en ustedes para que fueran aceptados como santos por Dios, y gracias a la fe que tienen en la verdad.


Pero precisamente por eso Dios fue bueno conmigo. Él quería que yo, el peor de los pecadores, pudiera experimentar la infinita bondad de Cristo Jesús. De este modo, sirvo de ejemplo para que otros crean en él y reciban la vida eterna.


Y es por anunciar ese mensaje que ahora paso sufrimientos. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he creído. También estoy seguro de que Cristo tiene poder para guardar hasta el día del juicio final lo que le he confiado.


Por eso puede salvar por completo a los que se acercan a Dios por medio de él. Y puede hacerlo porque vive para siempre, y nunca dejará de hablar a Dios en favor de ellos.


El poder de Dios los protege a ustedes, porque pusieron su confianza en él. Y será así hasta que llegue la salvación que se dará a conocer en los últimos tiempos.


Les estamos hablando de Jesucristo, quien se nos reveló como la vida misma. Nosotros no solo lo hemos visto, sino que a todos les hemos hablado de esa vida eterna que él nos da. Él estaba con el Padre, pero vino a este mundo y pudimos conocerlo.


Aunque esos enemigos salieron de entre nosotros, en realidad no eran de los nuestros; si lo hubieran sido, se habrían quedado con nosotros. Su salida sirvió para comprobar que ninguno de ellos era de los nuestros.


Esta es la promesa que él nos dio: la vida eterna.


Y lo que Dios ha dicho es esto: que él nos ha dado vida eterna, y esa vida es para los que creen en su Hijo.


Los saluda Judas, servidor de Jesucristo y hermano de Santiago. Dirijo esta carta a los que son amados por Dios el Padre, protegidos y llamados por Jesucristo.


Dios tiene el poder para protegerlos. Él los cuidará para que no hagan lo malo. Así los presentará ante su gloriosa presencia sin pecado y con gran alegría.


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