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Hechos 9:6 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

6 Levántate y entra en la ciudad, que allí se te dirá lo que tienes que hacer.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

6 Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Ahora levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Ahora levántate y entra en la ciudad. Allí se te dirá lo que tienes que hacer.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Pero levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que tienes que hacer.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Pero levántate, entra en la ciudad y te dirán lo que has de hacer'.

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Hechos 9:6
33 Referencias Cruzadas  

Pero muchos de los primeros serán últimos, y los últimos serán primeros.


―¿Entonces qué debemos hacer? —le preguntaba la gente.


Ellos le contestaron: ―Venimos de parte del capitán Cornelio, un hombre justo y que adora a Dios, respetado por todo el pueblo judío. Un ángel de Dios le dijo que tenía que invitarlo a usted a su casa, porque usted tiene algo que decirle.


Por lo tanto, envía a alguien a Jope para hacer venir a Simón, apodado Pedro. Él se hospeda en casa de Simón el curtidor, junto al mar”.


Él se hospeda con Simón el curtidor, que tiene su casa junto al mar.


Cuando oyeron esto, todos se sintieron profundamente conmovidos y les dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: ―Amigos, ¿qué debemos hacer?


“¿Qué debo hacer, Señor?”, le pregunté. “Levántate —dijo el Señor—, y entra en Damasco. Allí se te dirá todo lo que se ha dispuesto que hagas”.


Ahora, ponte en pie y escúchame. Me he aparecido a ti para que seas mi siervo y testigo de lo que has visto de mí y de lo que te voy a revelar.


―¿Quién eres, Señor? —preguntó. ―Yo soy Jesús, a quien tú persigues —le contestó la voz—.


Luego Isaías se atreve a decir: «Dejé que me hallaran los que no me buscaban. Me di a conocer a los que no preguntaban por mí».


No aceptan que solo Dios nos puede declarar justos. Por eso se esfuerzan en ser declarados justos por sus buenas acciones. No aceptan la salvación que Dios les ofrece.


En lo que respecta a la Ley, esta solo hizo que aumentara el pecado. Pero, allí donde abundó el pecado, el amor de Dios fue más abundante.


En otro tiempo, cuando yo no conocía la Ley, me sentía con vida. Pero, cuando conocí los mandamientos, el pecado cobró vida y supe entonces que merecía morir.


Mis queridos hermanos en la fe, ustedes siempre han obedecido. Y, así como lo han hecho en mi presencia, háganlo mucho más ahora en mi ausencia. Por eso les pido que con todo respeto y amor a Dios vivan demostrando que son salvos.


Pero en realidad él nos da mucho más amor, aunque no lo merezcamos. Por eso dice la Escritura: «Dios se opone a los orgullosos, pero trata con amor a los humildes».


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