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Hechos 3:10 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

10 Y lo reconocieron como el mismo hombre que acostumbraba pedir dinero sentado junto a la entrada llamada Hermosa. Entonces se llenaron de admiración y asombro por lo que le había sucedido.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

10 Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Cuando se dieron cuenta de que él era el mendigo cojo que muchas veces habían visto junto a la puerta Hermosa, ¡quedaron totalmente sorprendidos!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 y lo reconocieron: '¡Es el tullido que pedía limosna junto a la Puerta Hermosa!'. Y quedaron sin palabras, asombrados por lo que había sucedido.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Y lo reconocían que era el mismo que se sentaba° a pedir° limosna en la puerta la Hermosa, del templo; y se quedaron llenos de admiración, y atónitos, a causa de lo que había acontecido.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 y reconocieron que aquél era el mismo que, sentado, pedía limosna junto a la puerta Preciosa del templo, de modo que se llenaron de estupor y pasmo por lo que le había sucedido.

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Hechos 3:10
12 Referencias Cruzadas  

Los habitantes de aquel lugar reconocieron a Jesús y avisaron a la gente de los alrededores. Entonces le llevaron a todos los enfermos,


Todos se asustaron y se decían unos a otros: «¿Qué clase de palabra es esta? ¡Con autoridad y poder les da órdenes a los espíritus malignos, y salen!».


Y todos se quedaron asombrados de la grandeza de Dios. En medio de tanta admiración por todo lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:


Pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Sí, y cosas aún más grandes que estas le mostrará, que los dejará a ustedes asombrados.


―No está ciego debido a sus pecados ni a los de sus padres —respondió Jesús—. Esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida.


Sus vecinos y los que lo habían visto pedir dinero decían: «¿No es este el que se sienta a mendigar?».


Sorprendidos y confundidos, se preguntaban: «¿Qué quiere decir esto?».


Con admiración y sorpresa preguntaban: «¿No son galileos todos estos que están hablando?


Junto a la entrada llamada Hermosa había un hombre paralítico de nacimiento. Todos los días lo dejaban allí para que pidiera dinero a los que entraban en el Templo.


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