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Hechos 23:35 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

35 le dijo: «Escucharé lo que tengas que decir cuando lleguen tus acusadores». Y ordenó que lo dejaran bajo vigilancia en el palacio de Herodes.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

35 le dijo: Te oiré cuando vengan tus acusadores. Y mandó que le custodiasen en el pretorio de Herodes.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

35 —Yo mismo oiré tu caso cuando lleguen los que te acusan —le dijo el gobernador. Luego el gobernador ordenó que lo pusieran en la prisión del cuartel general de Herodes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

35 le dijo: 'Te oiré cuando estén presentes tus acusadores. Y mandó que lo custodiaran en el palacio de Herodes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

35 dijo: Te oiré cuando vengan también tus acusadores. Y mandó° que fuera custodiado en el pretorio de Herodes.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

35 'Te oiré en juicio cuando se presenten tus acusadores'. Y ordenó que siguiera bajo custodia en el pretorio de Herodes.

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Hechos 23:35
14 Referencias Cruzadas  

Después de que Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, llegaron a Jerusalén unos sabios procedentes del Oriente.


Cuando Herodes se dio cuenta de que los sabios se habían burlado de él, se enfureció. Por eso, mandó matar a todos los niños menores de dos años en Belén y sus alrededores. Esa era la edad que Herodes calculaba tendría el niño, según le dijeron los sabios.


Cuando el rey Herodes y los habitantes de Jerusalén oyeron esto, se pusieron muy nerviosos.


Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al palacio y reunieron a toda la tropa alrededor de él.


Luego los judíos llevaron a Jesús de la casa de Caifás al palacio del gobernador romano. Como ya amanecía, los judíos no entraron en el palacio, pues de hacerlo se contaminarían ritualmente y no podrían comer la Pascua.


Cuando me informaron que se planeaba una trampa para matar a este hombre, decidí enviarlo ante usted en seguida. También les ordené a sus acusadores que presentaran delante de usted las acusaciones que tengan contra él.


Cinco días después, el sumo sacerdote Ananías bajó a Cesarea con algunos de los líderes y un abogado llamado Tértulo. Llegaron para presentar ante el gobernador las acusaciones contra Pablo.


Entonces el gobernador, con un gesto, le dio la palabra a Pablo. Este respondió: ―Sé que desde hace muchos años usted ha sido juez de esta nación. Es por eso que me da gusto presentar mi defensa ante usted.


Fue entonces cuando unos judíos de la provincia de Asia me encontraron. Son ellos los que deberían estar delante de usted para hacer sus acusaciones, si es que en verdad tienen algo contra mí.


Entonces Félix, que estaba bien informado de todo lo referente al mensaje de Jesús, suspendió la reunión. ―Cuando venga el comandante Lisias, decidiré su caso —les dijo.


Luego le ordenó al capitán de los soldados que mantuviera vigilado a Pablo. Pero también le dijo que le diera cierta libertad y permitiera que sus hermanos en la fe lo atendieran.


Les respondí que esa no es nuestra costumbre. Nosotros los romanos le damos al acusado la oportunidad de defenderse y ver la cara de sus acusadores.


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