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Hechos 22:4 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

4 Perseguí a muerte a los que aceptaban este mensaje de Jesús. Los arrestaba y los echaba en la cárcel, tanto a hombres como a mujeres por igual.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

4 Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Perseguí a los seguidores del Camino, acosando a algunos hasta la muerte, y arresté tanto a hombres como a mujeres para arrojarlos en la cárcel.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Así que perseguí a muerte a este camino e hice encadenar y meter en la cárcel a hombres y mujeres;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Yo perseguí a muerte este Camino, atando y entregando en cárceles a varones y también a mujeres,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Perseguí a muerte este Camino, apresé y encarcelé hombres y mujeres,

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Hechos 22:4
17 Referencias Cruzadas  

Nos seguía a Pablo y a nosotros, gritando: ―Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, y les anuncian a ustedes el camino de salvación.


Cuando Priscila y Aquila lo escucharon hablar valientemente en la sinagoga, lo tomaron a su cargo. Ellos le explicaron con mayor claridad todo acerca del mensaje de Dios.


Por aquellos días se produjo un gran alboroto por causa del mensaje de Jesús.


Pero algunos eran muy tercos, se negaron a creer y hablaban mal del mensaje de Jesús a la gente. Así que Pablo se alejó de ellos y formó un grupo aparte con los discípulos. Todos los días les hablaba en la escuela de Tirano.


Sin embargo, sí confieso que adoro al Dios de nuestros antepasados. Lo adoro junto con el grupo de los que han aceptado el mensaje de Jesús. Y lo he aceptado porque estoy de acuerdo con todo lo que enseña la Ley. También creo lo que está escrito en el libro de los Profetas. A este grupo mis acusadores lo llaman secta.


Lo sacaron a empujones fuera de la ciudad y comenzaron a apedrearlo. Los acusadores dejaron sus ropas al cuidado de un joven llamado Saulo.


Todos los que le oían quedaban asombrados y preguntaban: «¿No es este el que en Jerusalén perseguía a muerte a los que invocan ese nombre? ¿Y no ha venido aquí para llevárselos presos y entregarlos a los jefes de los sacerdotes?».


Creo que soy el más insignificante de los apóstoles. Y ni siquiera merezco ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios.


Ustedes ya saben cómo era yo cuando pertenecía a la religión judía. Yo perseguía con furia a la iglesia de Dios, tratando de destruirla.


Si de entusiasmo hablamos, fui perseguidor de la iglesia. Al cumplir la justicia que la Ley exige, lo hice de manera perfecta.


Muchos los seguirán en sus prácticas vergonzosas. Por causa de ellos se hablará mal de los que obedecen en su vida la verdad de Cristo.


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