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Hechos 20:9 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

9 Un joven llamado Eutico, que estaba sentado en una ventana, comenzó a dormirse mientras Pablo alargaba su discurso. Cuando se quedó profundamente dormido, se cayó desde el tercer piso, y lo recogieron muerto.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

9 y un joven llamado Eutico, que estaba sentado en la ventana, rendido de un sueño profundo, por cuanto Pablo disertaba largamente, vencido del sueño cayó del tercer piso abajo, y fue levantado muerto.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Como Pablo hablaba y hablaba, a un joven llamado Eutico, que estaba sentado en el borde de la ventana, le dio mucho sueño. Finalmente se quedó profundamente dormido y se cayó desde el tercer piso y murió.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Un joven, llamado Eutico, estaba sentado en el borde de la ventana, y como Pablo no terminaba de hablar, el sueño acabó por vencerle. Se durmió y se cayó desde el tercer piso al suelo. Lo recogieron muerto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Y a cierto joven que estaba sentado en la ventana, llamado Eutico, lo iba dominando un sueño profundo mientras Pablo disertaba largamente, hasta que, rendido por el sueño, cayó del tercer piso abajo, y fue levantado muerto.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Un muchacho de nombre Eutiques estaba sentado sobre la ventana y se iba adormilando a medida que Pablo prolongaba su discurso, hasta que, vencido por el sueño, cayó desde el tercer piso abajo y lo recogieron ya muerto.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

9 Y un joven llamado Eutico, que estaba sentado en una ventana, cayó en un sueño profundo; y como Pablo predicaba largamente, se quedó dormido y cayó del tercer piso abajo, y fue levantado muerto.

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Hechos 20:9
9 Referencias Cruzadas  

No permitan que los encuentre dormidos, aunque venga de repente.


El espíritu, dando un fuerte grito y sacudiendo violentamente al muchacho, salió de él. Este quedó como muerto, tanto que muchos decían: «Ya se murió».


En eso llegaron de Antioquía y de Iconio unos judíos que hicieron cambiar de parecer a la gente. Apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad, creyendo que estaba muerto.


Pablo bajó, se echó sobre el joven y lo abrazó. «¡No se alarmen! —les dijo—. ¡Está vivo!».


El primer día de la semana nos reunimos para partir el pan. Como iba a salir al día siguiente, Pablo estuvo hablando a los creyentes y prolongó su discurso hasta la medianoche.


En el cuarto del piso superior donde estábamos reunidos había muchas lámparas.


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