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Hechos 20:7 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

7 El primer día de la semana nos reunimos para partir el pan. Como iba a salir al día siguiente, Pablo estuvo hablando a los creyentes y prolongó su discurso hasta la medianoche.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

7 El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 El primer día de la semana, nos reunimos con los creyentes locales para participar de la Cena del Señor. Pablo les estaba predicando y, como iba a viajar el día siguiente, siguió hablando hasta la medianoche.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 El primer día de la semana estábamos reunidos para la fracción del pan, y Pablo, que debía irse al día siguiente, comenzó a conversar con ellos. Pero su discurso se alargó hasta la medianoche.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 En el primer día° de la semana,° reunidos para partir el pan,° Pablo les hablaba, disponiéndose a salir al día siguiente; y prolongó el mensaje hasta media noche.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Congregados el primer día de la semana para partir el pan, Pablo, que tenía la intención de marchar al día siguiente, se puso a hablarles, y alargó la plática hasta la media noche.

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Hechos 20:7
22 Referencias Cruzadas  

Cuando Jesús resucitó en la madrugada del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado fuera siete demonios.


También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió. Luego se lo dio a ellos y dijo: ―Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes. Hagan esto en memoria de mí.


Los dos, por su parte, contaron lo que les había sucedido en el camino. Y contaron cómo habían reconocido a Jesús cuando partió el pan.


El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue a la tumba. Al llegar, vio que habían quitado la piedra que cubría la entrada.


Al atardecer de aquel primer día de la semana, los discípulos estaban reunidos a puerta cerrada, pues tenían miedo de los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó: ―¡La paz sea con ustedes!


Una semana más tarde estaban los discípulos de nuevo en la casa, y Tomás estaba con ellos. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó. ―¡La paz sea con ustedes!


Después de que Pablo tuvo la visión, en seguida nos preparamos para salir hacia Macedonia. Estábamos convencidos de que Dios nos había llamado a anunciar la buena noticia a los macedonios.


Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración.


No dejaban de reunirse unánimes en el Templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad.


Luego volvió a subir, partió el pan y comió. Siguió hablando hasta el amanecer y entonces se fue.


Así que estén alerta. Recuerden que día y noche, durante tres años, no he dejado de aconsejar con lágrimas a cada uno en particular.


Estos se adelantaron y nos esperaron en Troas.


Un joven llamado Eutico, que estaba sentado en una ventana, comenzó a dormirse mientras Pablo alargaba su discurso. Cuando se quedó profundamente dormido, se cayó desde el tercer piso, y lo recogieron muerto.


Señalaron un día para reunirse con Pablo, y fueron muchísimos más a la casa donde él estaba prisionero. Desde la mañana hasta la tarde estuvo explicándoles y hablándoles acerca del reino de Dios y tratando de convencerlos de creer en Jesús. En su explicación, Pablo usaba la Ley de Moisés y los libros de los Profetas.


Cuando participamos de la Cena del Señor, bendecimos la copa y damos gracias. Eso significa que estamos compartiendo la sangre de Cristo. Ese pan que partimos durante la Cena significa que estamos compartiendo el cuerpo de Cristo.


Pero soy apóstol gracias al amor de Dios, aunque no merezco ese amor. Ese amor por mí ha dado resultados, pues he trabajado con más fuerza que los demás apóstoles. Sin embargo, reconozco que no soy yo quien lo ha logrado. Ha sido obra de Dios, quien me ha amado sin yo merecerlo.


El primer día de la semana, cada uno de ustedes aparte y guarde algún dinero según lo que haya ganado. Así no tendrán que hacer recolectas cuando yo vaya.


Predica el mensaje de Dios, nunca dejes de hacerlo, aunque no parezca ser el mejor momento. Corrige, reprende y anima con mucha paciencia a todos, sin dejar de enseñar.


En el primer día de la semana, al que llamamos día del Señor, vino el Espíritu y tomó control de mi persona. Detrás de mí oí una voz fuerte, que sonaba tan fuerte como una trompeta,


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