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Hechos 2:40 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

40 Y con muchas otras razones les llamaba la atención con insistencia: ―¡Sálvense de esta gente malvada!

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

40 Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

40 Entonces Pedro siguió predicando por largo rato, y les rogaba con insistencia a todos sus oyentes: «¡Sálvense de esta generación perversa!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

40 Pedro siguió insistiendo con muchos otros discursos. Los exhortaba diciendo: 'Aléjense de esta generación perversa y sálvense.

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La Biblia Textual 3a Edicion

40 Y con otras muchas palabras testificaba° solemnemente y los exhortaba, diciendo: ¡Sed salvos de esta perversa generación!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

40 Y con otras muchas palabras les insistía y exhortaba diciendo: 'Libraos de esta generación torcida'.

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Hechos 2:40
34 Referencias Cruzadas  

Nido de víboras, ¿cómo pueden ustedes que son malos decir algo bueno? De la abundancia del corazón habla la boca.


¡Esta gente malvada y adúltera pide una señal milagrosa! Pero solo se le dará la señal de Jonás». Entonces Jesús los dejó y se fue.


―¡Ah, gente incrédula y malvada! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme acá al muchacho.


»¡Serpientes! ¡Nido de víboras! ¿Cómo escaparán ustedes de la condenación del infierno?


Quizá haya alguien que se avergüence de mí y de mis palabras en medio de esta gente infiel y pecadora. Si es así, el Hijo del hombre se avergonzará de esa persona cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.


Que vaya y dé aviso a mis cinco hermanos, para que no vengan ellos también a este lugar de tormento”.


Manténganse despiertos. Oren para que puedan escapar de todo lo que está por suceder y puedan presentarse delante del Hijo del hombre».


Jesús hizo también muchas otras cosas. Pienso que, si se escribieran todas, los libros escritos no cabrían en el mundo entero.


Él nos mandó a predicar al pueblo y a anunciar que él ha sido nombrado por Dios como juez de vivos y muertos.


Judas y Silas, que también eran profetas, hablaron extensamente para animarlos y fortalecerlos.


Luego volvió a subir, partió el pan y comió. Siguió hablando hasta el amanecer y entonces se fue.


Recorrió aquellas regiones, alentando a los creyentes en muchas ocasiones. Después, por fin, llegó a Grecia


A judíos y a griegos les he dicho que se arrepientan ante Dios y que crean en nuestro Señor Jesús.


Sin embargo, considero que mi vida carece de valor para mí mismo. Lo que me importa es terminar la tarea que me dio el Señor Jesús. Quiero cumplir mi misión: anunciar el mensaje de la buena noticia del inmerecido amor de Dios.


Un joven llamado Eutico, que estaba sentado en una ventana, comenzó a dormirse mientras Pablo alargaba su discurso. Cuando se quedó profundamente dormido, se cayó desde el tercer piso, y lo recogieron muerto.


Señalaron un día para reunirse con Pablo, y fueron muchísimos más a la casa donde él estaba prisionero. Desde la mañana hasta la tarde estuvo explicándoles y hablándoles acerca del reino de Dios y tratando de convencerlos de creer en Jesús. En su explicación, Pablo usaba la Ley de Moisés y los libros de los Profetas.


Había un levita llamado José, nacido en Chipre, al que los apóstoles llamaban Bernabé, que significa: «El que trae consuelo».


Así que somos representantes de Cristo. Como si Dios les llamara la atención a ustedes por medio de nosotros. Por eso les rogamos, en nombre de Cristo, que se reconcilien con Dios.


Por tanto, el Señor añade: «¡Salgan de en medio de ellos y apártense! No toquen nada impuro, y yo los recibiré.


Les repito que todo el que se circuncida está obligado a obedecer toda la Ley.


Así que les digo esto de parte del Señor: no vivan como la gente que no cree en Dios, pues esas personas no piensan correctamente.


De ese modo nadie podrá acusarlos de falta alguna, pues no encontrarán de qué culparlos. Recuerden que son hijos de Dios y nadie en este mundo malvado y pecador podrá culparlos de nada. En este mundo ustedes brillan como estrellas en el cielo,


Saben también que a cada uno de ustedes los hemos tratado como trata un padre a sus propios hijos.


Ten cuidado de tu conducta y de tu enseñanza. Si no dejas de hacerlo, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen.


Les he escrito esta breve carta con la ayuda de Silvano, a quien considero un hermano en la fe en quien puedo confiar. Lo he hecho para animarlos y confirmarles que Dios los ama en verdad, aunque no lo merezcan. Nunca duden de su amor.


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