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Hebreos 6:1 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

1 Por eso, dejemos a un lado las enseñanzas elementales acerca de Cristo, y avancemos hacia la madurez. No volvamos a verdades elementales, tales como la necesidad de arrepentirse de cosas que llevan a la muerte eterna, para luego creer en Dios.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

1 Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Así que dejemos de repasar una y otra vez las enseñanzas elementales acerca de Cristo. Por el contrario, sigamos adelante hasta llegar a ser maduros en nuestro entendimiento. No puede ser que tengamos que comenzar de nuevo con los importantes cimientos acerca del arrepentimiento de las malas acciones y de tener fe en Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Con todo, dejemos las primeras enseñanzas sobre Cristo y pasemos a cosas más avanzadas. No vamos a echar una vez más las bases, es decir, el arrepentimiento de las obras de muerte, la fe en Dios,

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Por tanto, dejando los principios elementales de la palabra del Mesías, avancemos a la perfección, no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, y de fe en Dios,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Por lo tanto, dejando a un lado los rudimentos de la doctrina sobre Cristo, vayamos a lo propio de los perfectos, sin entretenernos más en asentar lo que sólo es cimiento a saber: arrepentimiento de las obras muertas y fe en Dios,

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Hebreos 6:1
50 Referencias Cruzadas  

“No quiero”, contestó, pero después se arrepintió y fue.


Porque Juan vino a señalarles a ustedes la forma correcta de vivir, y no le creyeron. Pero los cobradores de impuestos y las prostitutas sí le creyeron. Incluso después de ver esto, ustedes no se arrepintieron para creerle.


Decía: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca».


Desde entonces comenzó Jesús a predicar: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca».


Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto.


Cayeron las lluvias. Crecieron los ríos. Soplaron los vientos y pegaron contra aquella casa. Sin embargo, la casa no se derrumbó, porque estaba edificada sobre la roca.


Comienzo de la buena noticia de Jesucristo, el Hijo de Dios.


Los doce salieron y animaban a la gente a que se arrepintiera.


Se parece a un hombre que, al construir una casa, cavó bien hondo y puso el cimiento sobre la roca. Cuando vino una inundación, la corriente golpeó aquella casa. Pero no pudo ni siquiera hacerla tambalear, porque estaba bien construida.


«El que cree en mí —clamó Jesús con voz fuerte—, cree no solo en mí, sino en el que me envió.


»No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí.


»Les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna. No será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida.


Al oír esto, se calmaron y alabaron a Dios diciendo: ―¡Así que también a los no judíos Dios les ha dado oportunidad de arrepentirse y tener vida eterna!


Pues bien, Dios pasó por alto aquellos tiempos de tal ignorancia. Sin embargo, ahora manda que todos, en todas partes, se arrepientan.


―Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados —les contestó Pedro—. Entonces recibirán el don del Espíritu Santo.


A judíos y a griegos les he dicho que se arrepientan ante Dios y que crean en nuestro Señor Jesús.


Al contrario, comencé a predicar en muchos lugares. Primero, en Damasco, luego en Jerusalén y en toda Judea. Después, les prediqué a los no judíos y les pedí que se arrepintieran y obedecieran a Dios. Les dije además que hicieran lo bueno, para que demostraran su arrepentimiento.


Por tanto, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, para que sean borrados sus pecados. Así vendrán tiempos de descanso de parte del Señor.


Pero, cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá.


En cambio, a los que ya entienden mejor lo que han creído, les hablo con sabiduría. Pero no se trata de la sabiduría de este mundo ni la de sus gobernantes, los cuales serán olvidados.


Queridos hermanos en la fe, ya que Dios nos ha hecho estas promesas, limpiemos nuestro cuerpo y espíritu de todo mal. Respetemos a Dios, porque así llegaremos a ser completamente santos.


La tristeza que Dios causa produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, por eso no hay que lamentar esa tristeza. Pero la tristeza que causa el mundo produce la muerte.


Para Dios ustedes estaban muertos, pues vivían haciendo el mal y pecando.


que nos dio vida por medio de Cristo. Aun cuando estábamos muertos para Dios por causa de nuestros pecados, él nos dio vida. ¡No merecíamos este amor por el cual somos salvados!


A ellos les encargó preparar a los creyentes para servir a Dios y fortalecer la fe de la iglesia de Cristo.


Es por eso que hablamos de Cristo a todos, y les damos consejos y enseñamos con toda sabiduría. Lo hacemos para presentarlos delante de Dios como creyentes maduros gracias a Cristo.


Por encima de todo, tengan amor los unos por los otros, porque el amor los mantendrá perfectamente unidos.


Les manda saludos Epafras, que es de su iglesia. Este servidor de Cristo Jesús está siempre luchando en oración por ustedes. Él ora pidiendo que ustedes sigan confiando totalmente en Cristo, sin dudar, y puedan obedecer a Dios en todo lo que les pida.


No hay duda de que son grandes las verdades de nuestra fe: Cristo se presentó como hombre; fue declarado justo por el Espíritu, visto por los ángeles, y anunciado entre las naciones. El mundo ha creído en él, y Dios lo recibió con gloria.


De este modo tendrán en el cielo un tesoro que les servirá de base para disfrutar en el futuro de la vida verdadera.


A pesar de todo, lo que hemos creído tiene un sólido fundamento, el cual Dios ha puesto y se mantiene firme. Es como si nuestra vida fuera un edificio cuyos cimientos tienen una inscripción que dice: «El Señor conoce a los suyos», y esta otra: «Que se aparte de la maldad todo el que dice creer en el Señor».


En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios. Para acercarse a Dios hay que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan.


Corran por caminos rectos y parejos, para que la pierna dañada no se enferme más, sino que se sane.


El pueblo de Israel recibió la Ley, la cual estableció la necesidad de sacerdotes que vienen de la familia de Leví. Pero estos sacerdotes no pudieron hacer que el pueblo fuera perfecto delante de Dios. Si eso hubiera sido posible, ¿qué necesidad habría de que más adelante surgiera otro sacerdote, de la misma clase que Melquisedec y no de la clase de Aarón?


Si esto es así, ¡cuánto más poder tiene la sangre de Cristo! Porque, por medio del Espíritu eterno, Cristo se ofreció sin pecado a Dios. Su sangre limpiará nuestra conciencia, y no se nos declarará culpables de pecados que conducen a la muerte eterna, para que sirvamos al Dios viviente.


Y esa fuerte confianza debe alcanzar su meta. Así ustedes serán creyentes maduros y completos, sin que les falte nada.


Por medio de él ustedes creen en Dios, que lo resucitó y le dio gloria. Es por eso que la fe de ustedes y su confianza están puestas en Dios.


Y, después de que ustedes hayan sufrido por un poco de tiempo, Dios mismo los sanará y los hará fuertes, firmes y estables. Él es el mismo Dios quien por puro amor los llamó para disfrutar de su gloria eterna por medio de Jesucristo.


Nadie ha visto jamás a Dios, pero, si nos amamos los unos a los otros, Dios vive en nosotros. Así su amor estará en nosotros de manera perfecta.


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