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Hebreos 2:9 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

9 Pero lo que sí vemos es que Jesús, quien fue hecho un poco inferior a los ángeles, ha sido coronado de gloria y honra por haber sufrido la muerte. Así, por el amor inmerecido de Dios, la muerte que él sufrió resulta en beneficio de todos, aunque no lo merecemos.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

9 Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 No obstante, lo que sí vemos es a Jesús, a quien por un poco de tiempo se le dio una posición «un poco menor que los ángeles»; y debido a que sufrió la muerte por nosotros, ahora está «coronado de gloria y honor». Efectivamente, por la gracia de Dios, Jesús conoció la muerte por todos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 pero el texto dice: por un momento lo hiciste más bajo que los ángeles. Esto se refiere a Jesús, que, como precio de su muerte dolorosa, ha sido coronado de gloria y honor. Fue una gracia de Dios que experimentara la muerte por todos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 pero vemos a Aquél que fue hecho un poco menor que los ángeles: a Jesús, coronado de gloria y de honra a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustara la muerte por todos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Pero a aquel que fue puesto en nivel apenas inferior al de los ángeles, a Jesús, lo contemplamos coronado de gloria y honor por los padecimientos de su muerte, de suerte que, por la gracia de Dios, experimentó la muerte en beneficio de todos.

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Hebreos 2:9
39 Referencias Cruzadas  

Les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto al Hijo del hombre llegar en su reino.


»¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni fabrican vestidos;


Y añadió: ―Les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto el reino de Dios llegar con poder.


Además, les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto el reino de Dios.


Al día siguiente, Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!


Por eso me ama el Padre: porque entrego mi vida para volver a recibirla.


Pero yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo.


»Pues tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.


Les aseguro que el que cumple mi palabra nunca morirá.


―¡Ahora estamos convencidos de que estás endemoniado! —dijeron los judíos—. Abraham murió, y también los profetas murieron. Pero tú sales diciendo que, si alguno guarda tu palabra, nunca morirá.


Dios, con su poder, le dio un sitio de honor. Y él, habiendo recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, nos lo ha dado a nosotros. Esto es lo que ustedes ahora ven y oyen.


El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha dado la gloria a su siervo Jesús. Ustedes lo entregaron y lo rechazaron ante Pilato, aunque este había decidido soltarlo.


Un solo pecado nos hizo culpables a todos y, por un solo acto de justicia, Dios nos declaró justos a todos.


Sin embargo, Dios demuestra su amor por nosotros, pues, cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.


La Ley no pudo liberarnos, porque nuestro pecado eliminó su poder. Por eso Dios envió a su propio Hijo en un cuerpo semejante al de nosotros los pecadores. Lo envió para que se ofreciera en sacrificio por el pecado, y de esa manera le quitó al pecado su poder.


Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros. Entonces, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas?


Él murió por todos, para que nosotros ya no vivamos para nosotros mismos, sino para Cristo, que murió y resucitó por nosotros.


Cristo no cometió pecado alguno, pero, por amor a nosotros, Dios lo trató como pecador, para declararnos justos por medio de Cristo.


Pero, cuando llegó la fecha indicada, Dios envió a su Hijo, quien nació de una mujer y bajo la autoridad de la Ley.


que dio su vida para salvarnos a todos. Dios, a su debido tiempo, nos demostró que desea salvarnos.


Has amado la justicia y odiado la maldad. Por eso, tu Dios te ha elegido y llenado de alegría, mucho más que a tus compañeros».


Por eso, al venir a este mundo, Cristo le dijo a Dios: «No has querido sacrificios ni ofrendas, sino que me has preparado un cuerpo.


Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte. Dios se lo llevó y, por eso, no pudo ser encontrado. Pero antes de ser llevado agradó a Dios. Así lo afirman las Escrituras.


Fijemos la mirada en la meta, que es Jesús, quien nos dio y perfeccionó nuestra fe. Él, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que ella significaba. Y ahora está sentado en el sitio de más honor, al lado derecho del trono de Dios.


Lo hiciste un poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra.


Por eso puede salvar por completo a los que se acercan a Dios por medio de él. Y puede hacerlo porque vive para siempre, y nunca dejará de hablar a Dios en favor de ellos.


Todo sumo sacerdote es nombrado para presentar ofrendas y sacrificios. Por esto, es necesario que Jesucristo también tenga algo que ofrecer.


Por medio de él ustedes creen en Dios, que lo resucitó y le dio gloria. Es por eso que la fe de ustedes y su confianza están puestas en Dios.


Él murió en la cruz ofreciendo su vida como un sacrificio, para que Dios perdonara nuestros pecados. Pero no solo para que nos perdonara a nosotros, sino a todo el mundo.


Sus ojos brillaban como llamas de fuego, y tenía muchas coronas en su cabeza. Llevaba escrito un nombre que nadie conoce sino solo él.


Y entonaban este nuevo cántico: «Digno eres de recibir el rollo y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado. Con tu sangre compraste para Dios gente de toda tribu, idioma, pueblo y nación.


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