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Hebreos 2:10 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

10 Todo existe para y por medio de Dios, quien tiene el propósito de hacer que muchos de sus hijos compartan su gloria. Para lograrlo, Dios tenía que hacer perfecto a Cristo por medio del sufrimiento, para que así él nos salvara.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

10 Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Dios —para quien y por medio de quien todo fue hecho— eligió llevar a muchos hijos a la gloria. Convenía a Dios que, mediante el sufrimiento, hiciera a Jesús un líder perfecto, apto para llevarlos a la salvación.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Dios, del que viene todo y que actúa en todo, quería introducir en la Gloria a un gran número de hijos, y le pareció bien hacer perfecto por medio del sufrimiento al que se hacía cargo de la salvación de todos;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Porque convenía a Aquél por cuya causa son todas las cosas, y por medio del cual todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar° a muchos hijos a la gloria, perfeccionara por medio de padecimientos al Autor de la salvación de ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Porque convenía que aquel que es origen y fin de todo, al conducir a la gloria a la multitud de los hijos, llevara al autor de esta salvación hasta la perfección por medio del sufrimiento.

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Hebreos 2:10
46 Referencias Cruzadas  

Él les contestó: ―Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana seguiré echando fuera demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer”.


«Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad».


¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria?


―Esto es lo que dicen —les explicó—: El Cristo morirá y resucitará al tercer día.


Pero no solo moriría por esa nación, sino que también reuniría a todos los hijos de Dios dispersos en el mundo.


Al probar Jesús el vinagre, dijo: ―Todo se ha cumplido. Luego inclinó la cabeza y murió.


Mataron al autor de la vida, pero Dios lo levantó de entre los muertos, y de eso nosotros somos testigos.


Por su poder, Dios lo exaltó como Príncipe y Salvador, para que diera a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.


Pues todas las cosas proceden de él, y existen por él y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén.


De esa manera dio a conocer su gran poder y misericordia para con nosotros. Lo planificó así desde un principio, para que compartiéramos su gloria.


Más bien, hablamos de un secreto de la sabiduría de Dios. Es decir, hablamos del plan que él mantenía en secreto y que desde antes de la creación del mundo decidió revelar para nuestra gloria.


Pero para nosotros no hay más que un solo Dios. Él es el Padre, quien creó todo, y para él vivimos. Y no hay más que un solo Señor, es decir, Jesucristo. Dios todo lo creó por medio de él, y gracias a él vivimos.


Así que a todos nosotros nos han quitado la barrera y hemos entendido. Por eso nuestro rostro es como un espejo que refleja la gloria del Señor. Pues el Señor y el Espíritu son uno mismo, y nos van cambiando cada vez más. De ese modo, cada vez nos parecemos más y más al Señor y reflejamos más de su gloria.


Los sufrimientos que ahora tenemos son pequeños y no durarán mucho. Pero esas dificultades nos darán una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento.


Todo esto lo ha hecho Dios. Él nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo y nos dio la tarea de anunciar este mensaje de reconciliación.


Yo seré un Padre para ustedes, y ustedes serán mis hijos y mis hijas —dice el Señor Todopoderoso».


Todos ustedes son hijos de Dios por haber creído en Cristo Jesús.


Lo hizo para mostrar en el futuro que su amor por nosotros es incomparablemente grande. Ese amor quedó demostrado en lo que Cristo Jesús hizo por nosotros. No merecíamos tanto amor y bondad.


Y todo esto es para que la sabiduría de Dios, en todas sus formas, se dé a conocer ahora. La dará a conocer por medio de la iglesia a los ángeles y espíritus que gobiernan en el reino espiritual con poder y autoridad.


Cuando Cristo, que les ha dado vida a ustedes, vuelva otra vez, ustedes le acompañarán y compartirán su gloria.


Así que todo lo soporto por el bien de los elegidos, para que también ellos alcancen la gloriosa y eterna salvación que tenemos en Cristo Jesús.


Fijemos la mirada en la meta, que es Jesús, quien nos dio y perfeccionó nuestra fe. Él, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que ella significaba. Y ahora está sentado en el sitio de más honor, al lado derecho del trono de Dios.


Jesús entró hasta allí por nosotros, para abrirnos camino. Por eso, llegó a ser sumo sacerdote para siempre, de la misma clase que Melquisedec.


Nos convenía tener un sumo sacerdote así: santo, sin maldad, sin pecado, apartado de los pecadores y a quien se le ha dado el honor más alto en cielo.


De hecho, la Ley nombra sumos sacerdotes a hombres débiles. Pero el juramento, que es posterior a la Ley, nombra sumo sacerdote al Hijo, quien ha sido hecho perfecto para siempre.


A esos profetas se les hizo saber que anunciaban algo que no era para ellos, sino para ustedes. Hablaban de las cosas que ahora les han anunciado a ustedes los que les predicaron la buena noticia. Hablaban por medio del Espíritu Santo enviado del cielo. Estas son cosas que aun los mismos ángeles quisieran poder ver.


Tengo algo que decirles a los líderes de ustedes. Lo digo yo, que también soy uno de los líderes de la iglesia. Además, soy testigo de los sufrimientos de Cristo y, cuando él nos muestre toda su gloria, yo tendré mi parte. Esto es lo que les ruego:


Y, después de que ustedes hayan sufrido por un poco de tiempo, Dios mismo los sanará y los hará fuertes, firmes y estables. Él es el mismo Dios quien por puro amor los llamó para disfrutar de su gloria eterna por medio de Jesucristo.


«Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la adoración, la honra y el poder. Porque tú creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas».


Después de esto miré, y apareció una gran cantidad de personas. Era gente de todas las naciones, tribus, pueblos e idiomas. Eran tantas personas que nadie podía contarlas. Estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos de ropas blancas y con ramas de palma en la mano.


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