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Gálatas 5:22 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

22 En cambio, los que viven guiados por el Espíritu muestran amor por los demás, son alegres y tienen paz. El Espíritu los hace tener paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad,

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

22 En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

22 En cambio, el fruto del Espíritu es caridad, alegría, paz, comprensión de los demás, generosidad, bondad, fidelidad,

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La Biblia Textual 3a Edicion

22 Pero el fruto del espíritu° es amor, gozo y paz; paciencia, benignidad y bondad; fidelidad,°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

22 Por el contrario, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, comprensión, paciencia, bondad, fidelidad,

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Gálatas 5:22
44 Referencias Cruzadas  

»Si tienen un buen árbol, su fruto es bueno; si tienen un mal árbol, su fruto es malo. Al árbol se le reconoce por su fruto.


Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela”».


No me eligieron ustedes a mí, sino que yo los elegí a ustedes. Y les encargué que vayan y den mucho fruto, un fruto que permanezca. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre.


Toda rama que en mí no da fruto, la corta. Pero toda rama que da fruto la poda, para que dé más fruto todavía.


»Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto. Separados de mí no pueden ustedes hacer nada.


Pues el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas. Más bien tiene que ver con dejarse guiar por el Espíritu Santo a una vida de justicia, paz y alegría.


Por mi parte, hermanos en la fe, estoy seguro de que ustedes mismos están llenos de bondad. Ustedes tienen conocimiento y están capacitados para enseñarse unos a otros.


Pues ni siquiera Cristo buscó hacer solamente lo que le agradaba. Al contrario, las Escrituras dicen: «Sobre mí han recaído los insultos de los que te critican».


Les ruego, hermanos en la fe, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que se unan conmigo en esta lucha y que oren a Dios por mí.


Pero ahora que han sido liberados del pecado y se han puesto al servicio de Dios, viven apartados del mal y han ganado la vida eterna.


Así mismo, hermanos en la fe, por medio de la muerte de Cristo, ustedes quedaron libres de la Ley. Pues ahora ustedes pertenecen a Cristo, que fue levantado de entre los muertos. De este modo ahora vivimos para Dios, haciendo el bien.


Los que viven controlados por el pecado solo piensan en satisfacer sus malos deseos. En cambio, los que viven controlados por el Espíritu solo piensan en satisfacer los deseos del Espíritu.


Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la mejor de ellas es el amor.


Les hablo así, hermanos en la fe, porque ustedes han sido llamados a ser libres. Pero no usen esa libertad para dejar que los malos deseos los controlen. Más bien ayúdense unos a otros con amor.


Cambien por completo su manera de pensar.


Quienes viven en la luz son bondadosos, aman la justicia y la verdad.


Gracias a Jesucristo, ustedes podrán hacer lo bueno y correcto, para que todos den gloria y alabanza a Dios.


Así podrán vivir obedeciendo las enseñanzas del Señor, agradándole en todo. Podrán entonces hacer muchas obras de bondad y crecer en el conocimiento de Dios.


Oren además para que seamos protegidos de gente malvada y cruel, porque no todos tienen fe en Dios.


Así mismo, las esposas de los diáconos deben ser mujeres a quienes todos respeten, que no sean chismosas, sino gente seria y dignas de toda confianza.


Que nadie te rechace por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar y de actuar. Que sigan tu ejemplo de amor, fe y santidad.


Ustedes han aceptado el verdadero mensaje de Dios, y por eso él los ha limpiado de pecado. Ahora aman con amor sincero a sus hermanos en la fe. Así que ámense de todo corazón los unos a los otros.


Ustedes aman a Jesucristo a pesar de que no lo han visto. Aunque no lo ven ahora, creen en él y se alegran con un gozo tan grande y maravilloso que no se puede describir con palabras.


Les he escrito esta breve carta con la ayuda de Silvano, a quien considero un hermano en la fe en quien puedo confiar. Lo he hecho para animarlos y confirmarles que Dios los ama en verdad, aunque no lo merezcan. Nunca duden de su amor.


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