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Gálatas 5:1 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

1 Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no vuelvan a ser esclavos de la Ley.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

1 Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Por lo tanto, Cristo en verdad nos ha liberado. Ahora asegúrense de permanecer libres y no se esclavicen de nuevo a la ley.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Cristo nos liberó para ser libres. Manténganse, pues, firmes y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Para la libertad nos libertó el Mesías;° estad, pues, firmes, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Cristo nos liberó para que vivamos en libertad. Manteneos, pues, firmes; y no os dejéis sujetar de nuevo al yugo de la esclavitud.

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Gálatas 5:1
42 Referencias Cruzadas  

Atan cargas pesadas y las ponen sobre la espalda de los demás, pero ellos mismos no están dispuestos a mover ni un dedo para levantarlas.


Más bien, el vino nuevo debe echarse en recipientes nuevos.


Entonces, ¿por qué tratan ahora de oponerse a Dios? ¿Por qué quieren obligar a esos discípulos a obedecer leyes que ni nosotros ni nuestros antepasados hemos podido obedecer?


El pecado no tiene dominio sobre ustedes, porque ya no se les juzga de acuerdo a la Ley, sino que viven protegidos por el amor y la bondad de Dios.


Fueron liberados del pecado y ahora son esclavos al servicio de lo que es justo.


Por eso, si se casa con otro hombre mientras su esposo vive, se la considera adúltera. Pero, si muere su esposo, ella queda libre de esa ley. No es adúltera aunque se case con otro hombre.


Pero ahora, esos deseos no nos dominan. Es como si hubiéramos muerto, quedando libres de la Ley, para servir a Dios. Ahora servimos a Dios con el nuevo poder que nos da el Espíritu. Ya no lo hacemos como antes, obligados a obedecer mandamientos escritos.


Y el Espíritu, que Dios les ha dado, no los hace otra vez esclavos del miedo. Al contrario, el Espíritu los adopta como hijos y les permite decirle a Dios: «¡Abba! ¡Padre!».


Pues, al estar unidos a él, el Espíritu nos da vida y nos libera del control del pecado y de la muerte.


Por lo tanto, mis queridos hermanos en la fe, sigan confiando en el Señor, cada vez con más fuerza. Sigan trabajando para el Señor cada vez más y más, recordando que su trabajo para él tiene un gran valor.


Manténganse alerta; permanezcan firmes en la fe; sean valientes y fuertes.


Pues el que era esclavo cuando el Señor lo llamó es ahora libre gracias al Señor. Del mismo modo, el que era libre cuando fue llamado es ahora un esclavo de Cristo.


Aguantan incluso a los que los obligan a servirles, o a los que se aprovechan de ustedes, les quitan lo que tienen, o los tratan con desprecio, o los golpean en la cara.


Ahora bien, el Señor y el Espíritu son uno mismo. Y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.


El problema era que algunos falsos hermanos en la fe se habían metido entre nosotros para ver todo lo que hacíamos. Querían quitarnos la libertad que Cristo Jesús nos dio para obligarnos a seguir de nuevo las reglas judías.


Pero, ahora que conocemos esa fe, ya no necesitamos que la Ley nos guíe.


Pero Sara representa al nuevo pacto y a la Jerusalén del cielo, pues ella es libre. Representa a todos los que Cristo ha liberado de la Ley, y en ese sentido es nuestra madre.


Así que, hermanos en la fe, no somos como el hijo de la esclava, sino como el hijo de la libre. Es decir, no somos esclavos de la Ley, sino libres de la Ley.


Pero ahora conocen a Dios; o, más bien, Dios los conoce a ustedes. Entonces, ¿cómo es que quieren volver a estar dominados por esos poderes inútiles y sin valor? ¿Quieren volver a ser esclavos de ellos?


Les hablo así, hermanos en la fe, porque ustedes han sido llamados a ser libres. Pero no usen esa libertad para dejar que los malos deseos los controlen. Más bien ayúdense unos a otros con amor.


Manténganse firmes, usen la verdad como un cinturón, y protejan su pecho con la coraza de la justicia.


Pase lo que pase, pórtense bien, como lo enseña el mensaje de Cristo. De este modo, ya sea que vaya a verlos o no, quiero recibir buenas noticias de ustedes. Quiero escuchar que siguen firmes y unidos, luchando juntos para que otros crean en la buena noticia de Cristo.


Saber que su fe en el Señor es firme nos ha llenado de nuevas fuerzas.


Así que, hermanos en la fe, sigan confiando firmemente en Dios y obedezcan sin falta las enseñanzas que les hemos dado o escrito por carta.


Mantengamos firme, y sin dudar, la confianza que tenemos en nuestra salvación, porque Dios es fiel para cumplir lo que prometió.


Hemos llegado a tener parte con Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin la confianza que tuvimos al principio.


Cristo, como Hijo de Dios, es obediente al guiar al pueblo de Dios que somos nosotros. Y continuaremos siendo su pueblo si nos mantenemos seguros y confiando con orgullo en nuestra salvación.


En Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos. Por eso, sigamos confiando firmemente en la noticia que anunciamos.


Actúen como personas libres. Pero no usen su libertad como excusa para hacer el mal. Al contrario, vivan como servidores de Dios.


Les prometen libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la maldad. Pues, cada uno es esclavo de aquello que lo ha dominado.


Queridos hermanos en la fe, mucho he deseado escribirles acerca de la salvación que ustedes y yo compartimos. Pero ahora siento la necesidad de escribirles acerca de otro asunto: para rogarles que luchen fuertemente por defender todo en lo que hemos creído. Porque esa enseñanza fue entregada para siempre a los creyentes.


Eso sí, sigan obedeciendo con firmeza los mandatos que ya tienen, hasta que yo venga.


Así que recuerda lo que has aprendido acerca de Dios, obedécelo y arrepiéntete. Si no te mantienes alerta y en obediencia, cuando menos lo esperes caeré sobre ti como un ladrón.


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