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Gálatas 2:8 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

8 El mismo Dios que capacitó a Pedro como apóstol de los judíos me capacitó también a mí como apóstol de los no judíos.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

8 (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles),

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Pues el mismo Dios que actuaba por medio de Pedro, apóstol a los judíos, también actuaba por medio de mí, apóstol a los gentiles.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Pues de la misma manera que Dios hizo de Pedro el apóstol de los judíos, hizo también de mí el apóstol de los paganos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 (porque el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para los gentiles),

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 -pues el que dio eficacia a Pedro para el apostolado de los circuncisos me la dio también a mí para el de los gentiles-,

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Gálatas 2:8
23 Referencias Cruzadas  

Él se encargará del trabajo que como apóstol Judas dejó para irse al lugar que le correspondía».


Pero, cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder. Y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta el último rincón de la tierra.


Todos los reunidos guardaron silencio para escuchar a Bernabé y a Pablo. Los escucharon contar los milagros y maravillas que Dios había hecho por medio de ellos entre los que no son judíos.


Les consta además que el tal Pablo ha logrado convencer a mucha gente no solo en Éfeso, sino en casi toda la provincia de Asia. Él dice que no son dioses los que se hacen con las manos.


Después de saludarlos, Pablo les contó detalladamente lo que Dios había hecho entre los no judíos por medio de su ministerio.


Pero el Señor me respondió: “Vete; yo te enviaré lejos, a los no judíos”».


Pero muchos de los que oyeron el mensaje creyeron. Así que la cantidad de creyentes, contando solo a los hombres, llegó a unos cinco mil.


Entonces Pedro y Juan pusieron las manos sobre ellos, y recibieron el Espíritu Santo.


―¡Ve! —insistió el Señor—, porque he elegido a ese hombre como mi instrumento. Él dará a conocer mi nombre tanto a las naciones y a sus reyes como al pueblo de Israel.


Pero soy apóstol gracias al amor de Dios, aunque no merezco ese amor. Ese amor por mí ha dado resultados, pues he trabajado con más fuerza que los demás apóstoles. Sin embargo, reconozco que no soy yo quien lo ha logrado. Ha sido obra de Dios, quien me ha amado sin yo merecerlo.


Aunque otros no me reconozcan como apóstol, para ustedes sí lo soy. Pues ustedes mismos son la prueba de que soy un apóstol del Señor.


Dios les dio su Espíritu y también hizo milagros entre ustedes. Díganme, ¿lo hizo porque ustedes hicieron lo que demanda la Ley o por aceptar con fe el mensaje de la buena noticia?


Para esto trabajo y lucho con la fuerza que el poder de Cristo me da.


Así que no dejamos de dar gracias a Dios. Pues, cuando ustedes oyeron el mensaje de Dios que les predicamos, lo aceptaron. Lo aceptaron no como un mensaje de parte de alguna persona, sino como lo que realmente es, un mensaje de Dios. Ese mensaje cambió la vida de ustedes, los que creen.


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