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Efesios 3:7 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

7 Aunque no lo merezco, Dios me dio un regalo como muestra de su amor y gran poder: me encargó anunciar esta buena noticia.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

7 del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Por la gracia y el gran poder de Dios, se me ha dado el privilegio de servirlo anunciando esta Buena Noticia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 de la que he llegado a ser servidor sin mérito alguno mío, pues Dios me concedió esta gracia en el momento que su fuerza actuó en mí.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 del cual fui hecho ministro según el don° de la gracia de Dios que me fue dada conforme a la eficacia de su poder.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 del cual yo he sido constituido servidor en virtud del don de la gracia de Dios que me ha sido concedido por la acción de su poder.

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Efesios 3:7
22 Referencias Cruzadas  

―¡Ve! —insistió el Señor—, porque he elegido a ese hombre como mi instrumento. Él dará a conocer mi nombre tanto a las naciones y a sus reyes como al pueblo de Israel.


Por medio de él, y en honor a su nombre, fuimos llamados a ser apóstoles, para convencer a todas las naciones de creer en él y obedecerle.


Yo sé que no lo merezco, pero Dios me ha dado autoridad para decirles lo siguiente: Nadie piense que es mejor o superior a otro. Más bien piensen que lo que ustedes son, lo son gracias a la medida de fe que Dios les ha dado.


Él me envió como servidor de Cristo Jesús para ayudar a los no judíos. Yo tengo el deber sacerdotal de anunciar la buena noticia de Dios a los no judíos. De esta manera los presentaré como si fueran una ofrenda aceptable ante Dios. Una ofrenda que el Espíritu Santo ha separado como especial.


Pero soy apóstol gracias al amor de Dios, aunque no merezco ese amor. Ese amor por mí ha dado resultados, pues he trabajado con más fuerza que los demás apóstoles. Sin embargo, reconozco que no soy yo quien lo ha logrado. Ha sido obra de Dios, quien me ha amado sin yo merecerlo.


Después de todo, ¿qué es Apolos? ¿Y qué es Pablo? Nada más que servidores por medio de los cuales ustedes llegaron a creer. Cada uno de nosotros hizo lo que el Señor le ordenó hacer.


Él nos ha capacitado para ser servidores de un nuevo pacto. No es el pacto de leyes escritas, que nos condena a muerte, sino el pacto que da vida por medio del Espíritu.


Por esto, ya que por la misericordia de Dios se nos permite servirle, no nos desanimamos.


El mismo Dios que capacitó a Pedro como apóstol de los judíos me capacitó también a mí como apóstol de los no judíos.


Que puedan apreciar la incomparable grandeza de su poder, el cual nos da a los que creemos en él. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz


Sin duda se han enterado de que Dios me encargó explicarles su plan de mostrarles su amor inmerecido.


Alabemos a Dios, que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginar o pedir. Y su poder puede actuar eficazmente en nosotros.


Yo soy el más insignificante de todos los creyentes. Sin embargo, recibí este privilegio inmerecido de predicar a las naciones acerca de las incontables bendiciones que Cristo nos puede dar.


Él hace que todos en la iglesia estén unidos. Los une por medio del trabajo que cada uno hace para que todos tengan una fe fuerte y se amen cada vez más.


Para esto trabajo y lucho con la fuerza que el poder de Cristo me da.


Así que no dejamos de dar gracias a Dios. Pues, cuando ustedes oyeron el mensaje de Dios que les predicamos, lo aceptaron. Lo aceptaron no como un mensaje de parte de alguna persona, sino como lo que realmente es, un mensaje de Dios. Ese mensaje cambió la vida de ustedes, los que creen.


Que sea él quien los capacite en todo lo bueno para hacer su voluntad. Y que, por medio de Jesucristo, Dios cumpla en nosotros lo que le agrada. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.


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