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Apocalipsis 22:19 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

19 Y que nadie le quite nada al mensaje de este libro de profecía. Al que lo haga, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa, que se mencionan en este libro.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

19 Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Y si alguien quita cualquiera de las palabras de este libro de profecía, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa que se describen en este libro.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Y si alguno quita algo a las palabras de este libro profético, Dios le quitará su parte en el árbol de la vida y en la Ciudad Santa descritos en este libro.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 y si alguno quita de las palabras del rollo de esta profecía,° Dios quitará su parte del árbol de la vida y de la santa ciudad, de las cosas que han sido escritas en este rollo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Y si alguno quita algo de las palabras del libro de esta profecía, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa descritos en este libro'.

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Apocalipsis 22:19
24 Referencias Cruzadas  

»¡Ay de ustedes, expertos en la Ley!, porque se han adueñado de la llave del conocimiento. Ustedes mismos no han entrado y, a los que intentan hacerlo, les han cerrado el paso».


¡Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan este mensaje profético y obedecen lo que allí está escrito! Porque el tiempo de su cumplimiento está cerca.


Pero no incluyas el patio exterior del templo; no lo midas, porque ha sido entregado a las naciones que no creen en Dios. La gente de estas naciones ocupará la ciudad santa durante cuarenta y dos meses.


A la bestia la adorarán todos los habitantes de la tierra. Es decir, aquellos cuyos nombres no han sido escritos en el libro de la vida. Ese libro pertenece al Cordero que fue sacrificado desde la creación del mundo.


Entonces oí una voz del cielo que decía: «Escribe: Dichosos los que de ahora en adelante mueren siendo fieles al Señor». «Sí —dice el Espíritu—, ellos descansarán de su duro trabajo, pues Dios ha visto todo el bien que hacen».


El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El vencedor no sufrirá daño alguno de la segunda muerte, es decir, jamás será separado de Dios.


Este es el premio para el que venza y cumpla mi voluntad hasta el fin: le daré autoridad sobre las naciones


El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré derecho a comer del árbol de la vida. Este árbol está en el paraíso de Dios.


Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, donde está Dios. La ciudad parecía una novia hermosamente preparada y vestida para su prometido.


El que estaba sentado en el trono dijo: «¡Yo hago nuevas todas las cosas!». Y añadió: «Escribe, porque estas palabras son verdaderas y dignas de confianza».


«¡Miren que vengo pronto! Traigo conmigo la recompensa, y premiaré a cada uno según lo que haya hecho.


Corría por el centro de la calle principal de la ciudad. A cada lado del río estaba el árbol de la vida. El árbol produce doce cosechas al año, una por mes; y las hojas del árbol son para la salud de las naciones.


Y Jesús dice: «¡Miren que vengo pronto! Dichoso el que acepta las palabras del mensaje profético de este libro».


Al vencedor le daré un lugar importante en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí. Sobre él escribiré el nombre de mi Dios. También escribiré el nombre de la nueva Jerusalén, ciudad de mi Dios. Esta ciudad baja del cielo de parte de mi Dios. Además, escribiré sobre él mi nombre nuevo.


Al vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono. Así como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono.


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