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Apocalipsis 22:11 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

11 Deja que el malo siga haciendo el mal y que aquel que es impuro siga en su impureza. Deja que el justo siga practicando la justicia y que el santo siga siendo santo».

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

11 El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Deja que el malo siga haciendo el mal; deja que el vil siga siendo vil; deja que el justo siga llevando una vida justa; deja que el santo permanezca santo».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Que el pecador siga pecando y el manchado siga ensuciándose, que el bueno siga practicando el bien y el santo creciendo en santidad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 El que es injusto, sea aún más injusto, y el que es inmundo, sea aún más inmundo; el que es justo, sea aún más justo; y el que es santo, sea aún más santo.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Que el injusto cometa aún más injusticias; que el manchado se manche aún más; que el justo haga más obras justas; que el santo se santifique más todavía.

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Apocalipsis 22:11
22 Referencias Cruzadas  

Sin embargo, esos malvados y mentirosos irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.


Déjenlos; son guías ciegos. Y, si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en un hoyo.


Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.


Dios tiene el poder para protegerlos. Él los cuidará para que no hagan lo malo. Así los presentará ante su gloriosa presencia sin pecado y con gran alegría.


»Pero, mientras iban a comprar el aceite, llegó el novio y las jóvenes que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas. Y se cerró la puerta.


La limpió para presentársela a sí mismo como una iglesia llena de gloria, sin mancha de pecado ni arruga de maldad. Pues quería una iglesia perfecta, santa y sin pecado.


Al ver una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no encontró nada más que hojas. ―¡Nunca más vuelvas a dar fruto! —le dijo. Y al instante se secó la higuera.


De nuevo Jesús les dijo: ―Yo me voy, y ustedes me buscarán, pero en su pecado morirán. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir.


Del cielo cayeron sobre la gente enormes granizos, de casi cuarenta kilos cada uno. La gente maldecía a Dios por ese terrible castigo.


Allí nadie estará bajo maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad. Sus servidores lo adorarán;


Pero ahora Dios los ha reconciliado gracias a la muerte de Cristo, para presentarlos ante Dios santos, sin pecado y sin que nadie los acuse de nada malo.


para que sean hijos de su Padre que está en los cielos. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos.


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