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Apocalipsis 2:9 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

9 Conozco tus sufrimientos y tu pobreza. ¡Sin embargo, eres rico espiritualmente! Sé qué algunos de los que dicen ser judíos hablan mal de ti, pero ellos no son judíos. En realidad, esos no son más que un grupo controlado por Satanás.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

9 Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 »Yo sé de tu sufrimiento y tu pobreza, ¡pero tú eres rico! Conozco la blasfemia de los que se te oponen. Dicen ser judíos pero no lo son, porque su sinagoga le pertenece a Satanás.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Sé que sufres y eres pobre y, sin embargo, eres rico. Sé cómo te calumnian los que pretenden ser judíos y no lo son, pues su sinagoga es la de Satanás.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Sé° tu tribulación, y tu pobreza (pero eres rico), y la blasfemia° de los que dicen ser judíos y no lo son, sino sinagoga de Satanás.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 'Conozco tu tribulación y tu pobreza -aunque eres rico- y la maledicencia que proviene de los que dicen ser judíos y no lo son, sino sinagoga de Satanás.

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Apocalipsis 2:9
29 Referencias Cruzadas  

―¡Vete, Satanás! —le dijo Jesús—. Las Escrituras dicen: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él”.


»Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios».


Y le lanzaban muchos otros insultos.


«El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha ungido para anunciar buenas noticias a los pobres. Me ha enviado a anunciar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos. Me ha enviado a poner en libertad a los oprimidos,


Él entonces dirigió la mirada a sus discípulos y dijo: «Dichosos ustedes los pobres, porque el reino de Dios les pertenece.


Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.


Allí fortalecían a los discípulos y los animaban a seguir creyendo. Les decían: «Es necesario pasar por muchas dificultades para entrar en el reino de Dios».


Muchas veces anduve de sinagoga en sinagoga castigándolos para obligarlos a ofender a Jesús. Mi odio contra ellos me llevó al extremo de perseguirlos incluso en ciudades del extranjero.


Vivan alegres, pues ustedes tienen esperanza. Muestren paciencia cuando les toque sufrir y nunca dejen de orar.


Ahora bien, me dirijo a ti, que dices ser judío. Tú dices que obedeces la Ley y estás orgulloso de tu relación con Dios.


Y no solo esto nos alegra, sino que también nos alegramos de tener que sufrir. Pues sabemos que el sufrimiento nos da más fuerza para soportar.


¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿El sufrimiento o la angustia, la persecución, el hambre, la pobreza, el peligro o la violencia?


Ahora bien, no digamos que Dios no cumplió su promesa. Lo que sucede es que no todos los israelitas son en verdad el pueblo de Dios.


En ocasiones estamos como tristes, pero siempre estamos contentos. Somos pobres, pero a muchos les compartimos nuestra riqueza. No tenemos nada, pero a la vez lo tenemos todo.


En medio de las situaciones más difíciles, su alegría fue enorme. Aun en su extrema pobreza fueron muy generosos con sus ofrendas.


Ya conocen el gran amor que les tiene nuestro Señor Jesucristo. No lo merecían, pero él, aunque era rico, se hizo pobre para ayudarlos. Lo hizo para que, por medio de su pobreza, ustedes llegaran a ser ricos.


pues cuando estábamos con ustedes les advertimos que íbamos a sufrir. Y así sucedió.


Anteriormente, yo ofendía a Dios, perseguía a los creyentes y los insultaba. Pero Dios fue bueno conmigo, porque en ese momento yo era incrédulo y actuaba por ignorancia.


Mándales que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, y generosos, dispuestos a compartir lo que tienen.


Yo, Juan, soy su hermano en la fe. Con ustedes comparto el sufrimiento, el reino y el seguir confiando en Jesús. Yo fui enviado a la isla de Patmos como castigo por anunciar el mensaje de Dios y hablar acerca de Jesús.


Sé que vives allí donde Satanás tiene su trono. Sin embargo, sigues confiando en mí. No has abandonado tu fe en mí. Ni siquiera lo hiciste cuando mataron a Antípas, quien fielmente hablaba de mí. A él lo mataron en esa ciudad donde vive Satanás.


Conozco todo lo que haces, tu duro trabajo y cómo has permanecido fiel en medio del sufrimiento. Sé que no puedes soportar a los malvados. Sé que has examinado a los que dicen ser apóstoles, pero no lo son; y has descubierto que son falsos.


Sé que allí en la iglesia de Tiatira hay algunos que no siguen esa enseñanza. Ni han aprendido lo que esa gente llama “los profundos secretos de Satanás”. A ellos, que no siguen esa enseñanza, les digo que ya no les doy ningún otro mandato.


Hay algunos que pertenecen a un grupo que Satanás controla. Ellos se dicen ser judíos, pero en realidad mienten. Voy a hacer que se arrodillen a tus pies y reconozcan que yo te he amado.


―Eso usted lo sabe, mi señor —respondí. Él me dijo: ―Son los que pasaron por el gran tiempo de sufrimiento. Esta gente ha sido perdonada de sus pecados por medio del derramamiento de la sangre del Cordero.


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