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Apocalipsis 13:15 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

15 Se le permitió dar vida a la imagen de la primera bestia, para que pudiera hablar, y así mandar a matar a quienes no adoraran la imagen.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

15 Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

15 Luego se le permitió dar vida a esa estatua para que pudiera hablar. Entonces la estatua de la bestia ordenó que todo el que se negara a adorarla debía morir.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Se le concedió dar vida a la estatua de la bestia, hasta el punto de hacerla hablar y que fueran exterminados todos los que no la adorasen.

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 Y le fue dado infundir aliento a la imagen° de la bestia, e hiciera hablar a la imagen de la bestia, e hiciera que fueran muertos cuantos no adoraran° la imagen de la bestia.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 Se le concedió infundir espíritu en la imagen de la bestia y que la imagen de la bestia pudiera hablar y pudiera condenar a la muerte a cuantos no adoraran la imagen de la bestia.

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Apocalipsis 13:15
25 Referencias Cruzadas  

Pues, así como el cuerpo sin el espíritu está muerto, también la fe sin acciones está muerta.


Y el dragón se paró a la orilla del mar. Entonces vi que del mar salía una bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas. En cada cuerno tenía una corona y en cada cabeza, un nombre que ofendía a Dios.


Tenía toda la autoridad de la primera bestia y la representaba en todo lo que hacía. Obligaba a todos en la tierra a adorar a la primera bestia, que había sido sanada de su herida mortal.


Así que se le permitió hacer estas cosas con la autoridad de la primera bestia. Con estas maravillas engañó a los habitantes de la tierra. Les ordenó que hicieran una imagen para adorar a la primera bestia, que seguía con vida, a pesar de haber sido herida a espada.


El humo de ese fuego con que lo hará sufrir nunca dejará de subir. No habrá descanso ni de día ni de noche para el que adore a la bestia y su imagen. Tampoco lo habrá para quien se deje poner la marca de su nombre».


Un tercer ángel apareció después de los dos anteriores. Este ángel decía con fuerte voz: «Si alguien adora a la bestia y a su imagen, o se deja poner en la frente o en la mano la marca de la bestia,


El primer ángel fue y derramó su copa sobre la tierra. Entonces a todos los que tenían la marca de la bestia y que adoraban su imagen les salió una llaga maligna y repugnante.


Oí que el ángel de las aguas decía: «Justo eres tú, el Santo, que eres y que eras, porque has juzgado bien.


Le harán la guerra al Cordero, pero el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes. Con él estarán aquellos que por él han sido llamados. Son sus elegidos, los que siempre le han sido fieles».


Dios ha puesto en el corazón de los diez cuernos que lleven a cabo su propósito. Por eso, se pondrán de acuerdo para entregar a la bestia el poder que tienen para gobernar. Así se cumplirán las palabras de Dios.


Vi que la mujer se había emborrachado con la sangre de los creyentes que dieron su vida por hablar acerca de Jesús. Al verla, quedé muy asombrado.


¡Alégrate, oh cielo, por lo que le ha sucedido! ¡Alégrense también ustedes, creyentes, apóstoles y profetas! Pues Dios, al castigarla, les ha hecho justicia a ustedes».


En ti se derramó sangre de profetas y de creyentes, y de todos los que han sido asesinados en la tierra».


Pero la bestia fue capturada junto con el falso profeta. Este es el que hacía cosas maravillosas bajo la autoridad de la bestia. Por medio de esas cosas engañaba a los que habían recibido la marca de la bestia y adoraban su imagen. Los dos fueron echados vivos al lago de fuego y azufre.


Entonces vi tronos donde se sentaron los que recibieron autoridad para juzgar. Vi también a los que habían sido asesinados por hablar acerca de Jesús y anunciar el mensaje de Dios. Ellos no habían adorado a la bestia ni a su imagen, ni se habían dejado poner su marca en la frente ni en la mano. Volvieron a vivir y reinaron con Cristo mil años.


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