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2 Tesalonicenses 1:9 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

9 Ellos serán alejados de la presencia del Señor, para que no compartan su grandioso poder, y sufrirán el castigo de la destrucción eterna.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

9 los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Serán castigados con destrucción eterna, separados para siempre del Señor y de su glorioso poder.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Serán condenados a la perdición eterna, lejos del rostro del Señor y de su Gloria irresistible.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 los cuales pagarán la pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor, y de su glorioso poder;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Estos tales padecerán el castigo de la ruina eterna, alejados de la presencia del Señor y de la gloria de su poder,

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2 Tesalonicenses 1:9
38 Referencias Cruzadas  

Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada persona según lo que haya hecho.


Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Átenlo de pies y manos, y échenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y mucho sufrimiento”.


»La señal del Hijo del hombre aparecerá en el cielo, y se angustiarán todos los pueblos de la tierra. Verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria.


»Luego dirá a los que estén a su izquierda: “Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.


»Aquellos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna».


A la verdad, el Hijo del hombre se irá, tal como dicen las Escrituras de él, pero ¡ay de aquel que lo traiciona! Más le valdría a ese hombre no haber nacido.


Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, malvados!”.


Pero él les contestará: “Les repito que no sé de dónde son ustedes. ¡Malvados, apártense de mí!”.


Después de esto, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: ―Mira, ya has quedado sano. No vuelvas a pecar, no sea que te ocurra algo peor.


Pero a esa gente le espera la destrucción, pues adoran al dios de sus propios deseos. Se sienten orgullosos de lo que hacen, cuando debería darles vergüenza. Solo piensan en lo malo que ofrece el mundo.


Cuando la gente esté diciendo: «Paz y seguridad», vendrá sobre ellos la destrucción sin avisar, como le llegan a la mujer embarazada los dolores de parto. De ninguna manera podrán escapar.


Entonces se presentará ese malvado, pero el Señor Jesús le quitará su poder con el soplo de su boca y lo destruirá con el glorioso brillo de su venida.


Viviremos de esa manera mientras esperamos que se cumpla la bendita promesa en la cual confiamos, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.


¿Cuánto mayor castigo piensan ustedes que merece el que ha despreciado al Hijo de Dios? ¿Qué castigo recibirá el que ha rechazado la sangre de Cristo? Pues esa sangre es la del pacto por medio del cual había sido elegido por Dios. Quien así actúa ha insultado al Espíritu de Dios, quien nos ama, aunque no lo merezcamos.


Estos malvados son como una fuente sin agua, como niebla empujada por la tormenta. Para ellos Dios tiene reservado el castigo de una profunda oscuridad.


Pero, de la misma manera, con una sola orden suya, el cielo y la tierra que ahora existen serán destruidos por el fuego. Ese día del juicio también serán destruidos los malvados.


Todos pueden ver sus actos vergonzosos, pues son como violentas olas del mar, que arrojan la espuma en la playa. Son como estrellas fugaces, condenadas para siempre a vagar en la más densa oscuridad.


Luego vi un gran trono blanco y a alguien que estaba sentado en él. En su presencia desaparecieron la tierra y el cielo, sin dejar rastro alguno.


La muerte y su reino fueron echados al lago de fuego. Este lago de fuego representa la muerte segunda, que es la separación de Dios para siempre.


Pero te diré quienes recibirán como premio el castigo del lago de fuego y azufre: los cobardes, los que no creen, los detestables; los asesinos, los que tienen relaciones sexuales prohibidas, los que practican la brujería; los que adoran dioses falsos y todos los mentirosos. Esta es la segunda muerte».


Pero afuera se quedarán los malvados, los que practican la brujería, los que tienen relaciones sexuales prohibidas; los asesinos, los idólatras y todos los que aman y practican la mentira.


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