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2 Tesalonicenses 1:7 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

7 Y a ustedes que sufren, les dará descanso, lo mismo que a nosotros. Esto sucederá cuando el Señor Jesús regrese, cuando aparezca en el cielo entre llamas de fuego, con sus poderosos ángeles.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

7 y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Y Dios les brindará descanso a ustedes que están siendo perseguidos y también a nosotros cuando el Señor Jesús aparezca desde el cielo. Él vendrá con sus ángeles poderosos,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 y que a ustedes, los perseguidos, les dé el descanso con nosotros el día en que el Señor Jesús se manifieste glorioso y venga del cielo rodeado de su corte de ángeles.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 y a vosotros, que sois atribulados, daros° reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 mientras que vosotros, los atribulados, encontraréis, junto con nosotros, el debido reposo, cuando el Señor Jesús aparezca bajando del cielo con sus poderosos ángeles,

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2 Tesalonicenses 1:7
51 Referencias Cruzadas  

Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada persona según lo que haya hecho.


Les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto al Hijo del hombre llegar en su reino.


»Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, con todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso.


»Luego dirá a los que estén a su izquierda: “Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.


―Tú lo has dicho —respondió Jesús—. Pero yo les digo a todos: De ahora en adelante ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y viniendo sobre las nubes del cielo.


―Sí, yo soy —dijo Jesús—. Y ustedes verán al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y viniendo sobre las nubes del cielo.


Quizá haya alguien que se avergüence de mí y de mis palabras en medio de esta gente infiel y pecadora. Si es así, el Hijo del hombre se avergonzará de esa persona cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.


Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal. Pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí y a ti, sufrir terriblemente.


»Así será el día en que regrese el Hijo del hombre.


Por medio de él todas las cosas fueron creadas. Sin él, nada de lo creado llegó a existir.


Y añadió: ―Les aseguro que ustedes verán abrirse el cielo. Y verán a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.


que les dijeron: ―Galileos, ¿qué hacen aquí mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido llevado de entre ustedes al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo han visto irse.


Por tanto, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, para que sean borrados sus pecados. Así vendrán tiempos de descanso de parte del Señor.


Y, si somos hijos, somos herederos de Dios. Herederos junto con Cristo, pues, si ahora sufrimos como él sufrió, también compartiremos su gloria.


Pero sus acciones serán puestas a prueba en el día del juicio, y así se sabrá si fueron buenas o malas enseñanzas. El fuego revela la calidad de los materiales y del trabajo de cada uno.


Los sufrimientos que ahora tenemos son pequeños y no durarán mucho. Pero esas dificultades nos darán una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento.


Pido a Dios nuestro Padre y al Señor Jesucristo que les permitan gozar de su inmerecido amor y de su paz.


Porque por medio de él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades. Todo ha sido creado por medio de él y para él.


Le pido que los haga más fuertes espiritualmente para que, cuando nuestro Señor Jesús vuelva acompañado de todos los que han creído en él, nadie pueda dudar de la santidad de ustedes delante de nuestro Dios y Padre. Amén.


Si resistimos, también reinaremos con él. Si decimos no conocerlo, también él dirá no conocernos.


Viviremos de esa manera mientras esperamos que se cumpla la bendita promesa en la cual confiamos, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.


Solo nos queda una terrible espera de juicio. Es decir, el fuego ardiente que ha de devorar a los adversarios de Dios.


pues nuestro Dios es como un fuego destructor.


La promesa de gozar de su descanso todavía permanece. Pero debemos tener cuidado, pues alguno de ustedes podría quedarse sin disfrutarlo.


Esforcémonos, pues, por disfrutar de ese descanso, para que nadie desobedezca al seguir el ejemplo de los que no creyeron.


Por tanto, queda todavía un descanso especial para el pueblo de Dios.


De igual manera, Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos. Después aparecerá por segunda vez. Pero ya no vendrá para morir por el pecado de alguno, sino para traer salvación a quienes esperan su regreso.


Él subió al cielo y tomó su lugar a la derecha de Dios, y los ángeles y los espíritus con autoridad y poder lo obedecen.


Pero, de la misma manera, con una sola orden suya, el cielo y la tierra que ahora existen serán destruidos por el fuego. Ese día del juicio también serán destruidos los malvados.


Tengan también en cuenta el ejemplo de Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas. A estas ciudades, igual que a los ángeles, Dios las castigó. Su castigo consistió en hacerlas sufrir un fuego eterno, porque practicaron toda clase de relaciones sexuales prohibidas. Su castigo nos sirve de advertencia.


¡Miren! Cristo viene en las nubes. Todos lo verán con sus propios ojos, incluso quienes lo mataron. Todos los pueblos de la tierra llorarán por él. ¡Así será! Amén.


será castigado. Dios se enojará terriblemente y lo castigará con toda su fuerza. Lo hará sufrir con fuego y azufre, en presencia de los santos ángeles y del Cordero.


Entonces oí una voz del cielo que decía: «Escribe: Dichosos los que de ahora en adelante mueren siendo fieles al Señor». «Sí —dice el Espíritu—, ellos descansarán de su duro trabajo, pues Dios ha visto todo el bien que hacen».


Luego vi un gran trono blanco y a alguien que estaba sentado en él. En su presencia desaparecieron la tierra y el cielo, sin dejar rastro alguno.


Él les secará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto ni lamento ni dolor. Porque las primeras cosas han dejado de existir».


»Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para anunciar estas cosas a las iglesias. Yo soy el heredero del trono de David. Soy la brillante estrella de la mañana».


El ángel me dijo: «Estas palabras son verdaderas y dignas de confianza. El Señor y Dios que habla por medio del espíritu de sus profetas ha enviado a su ángel para mostrar a sus servidores lo que va a suceder pronto».


Pero él me dijo: «¡No, cuidado! Soy un servidor de Dios como tú, como tus compañeros los profetas y como todos los que aceptan las palabras de este libro. ¡Adora solo a Dios!».


Entonces cada uno de ellos recibió ropas blancas. Y se les dijo que esperaran un poco más. Primero tenía que completarse el número de sus compañeros de servicio. Es decir, de los creyentes que iban a sufrir la muerte como ellos.


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